Todavía no he pasado una semana aquí pero estos primeros días han sido intensos.
El lunes recibí el visado a mediodía y desde ese momento se sucedieron horas frenéticas de últimos preparativos y rápidas despedidas. El miércoles, bien temprano, salía en dirección a Madrid donde pasé el último día en España (también comí las últimas croquetas de jamón en una temporada), visitando la sede central de Entreculturas y pasando unas horas con un buen amigo al que no veía desde hacía dos años. Ambas visitas, conocer a todo el equipo de EC y el reencuentro, me dieron mucha confianza y tranquilidad en unas últimas horas cargadas de nervios e ilusión. El apoyo de mi madre, mi novia, mis amigos y familia fue (y es) fundamental para afrontar esos momentos finales y el cambio que supone irse tan lejos por tanto tiempo.
El jueves cogí el vuelo a Lisboa (6:45) tras dos días sin dormir y a las 10:00 salía desde allí en dirección a Brasilia.
Un vuelo cómodo, llegué a Brasilia a las 15:30 locales por el desfase horario de 5 horas. Allí me recibió el padre Agnaldo, director del SJMR, en el aeropuerto y fuimos a las instalaciones donde se encuentra la oficina de Brasilia y el edificio donde vive la comunidad (o tribu según Agnaldo) jesuita.
Pasé a la que será mi habitación hasta el 3 de noviembre cuando volemos a Manaos.
El curioso dato es que en Brasil (como según parece también en Portugal) se suele conocer a las personas por el apellido materno en lugar del paterno. Por supuesto, a mi madre esto le pareció una genial idea.
Esta es la habitación y los documentos sobre la organización que me aguardaban para ir poniéndome a tono.

El resto del día lo pasé conociendo a algunos jesuitas, asistí a la misa diaria que ofrecen a través de la radio y cené con ellos. Todos conocían el español, entre otros idiomas, así que la comunicación ha sido sencilla.
Ya el viernes, fue mi primer día completo en Brasil. Donde estoy se hace cierta vida comunitaria así que hay algunos horarios establecidos: desayuno (7:30), comida (12:30) y cena (19:00 después de la misa de las 18:30). Entre dichas horas estuve con Agnaldo en la oficina, asistí a la reunión nacional anual (por videoconferencia) en donde me presenté al resto de compañeros del SJMR y trasteé un poco la cuenta de trabajo que me han dado, leyendo la documentación de los proyectos.
Por la noche, después de la cena, Agnaldo, Gabriel (un seminarista que acaba de volver de estudiar filosofía y teología 3 años en la Córdoba argentina) y yo dimos una vuelta por la ciudad, aprovechando que las instalaciones se encuentran junto a los edificios más representativos. Entre otras cosas, visitamos la catedral.
A la mañana siguiente visitamos la residencia de las Misioneras de la Caridad para llevarles unos libros.
La tarde la pasé estudiando portugués, que falta me hacía para la jornada intensiva del día siguiente. El domingo, Agnaldo había quedado con su prima y una amiga de esta, me invitaron con ellos en una pequeña excursión a la ciudad colonial de Pirenópolis (en el estado de Goiás a 150km de la capital) y una serie de cascadas cercanas. Fue un día muy agradable, en buena compañía y en un entorno precioso. Adjunto algunas fotografías del lugar.
Ha sido un recibimiento muy bueno, no sólo siento que ya estoy en Brasil sino que también siento que ya formo parte del equipo del SJMR. En ese sentido, esta semana vienen tres compañeras (Flávia, Janaína y João) por lo que seguiré conociendo mejor el funcionamiento de la organización así como a las personas que forman parte de ella y con las que estaré este tiempo aquí.
Estoy muy cómodo, con espacio y comprensión, adaptándome poco a poco.
Seguimos,
Sergio
PD: a la lista de nuevos sabores he de añadir el del açaí y el cupuaçu
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