...del año 2021 y primeras del 2022, por no dejar la costumbre de dar la matraca. Nadie se asuste que no me han raptado, aunque Mara y Mirna bien quisieran que me quedase en su casa el máximo tiempo posible (y yo encantado, pero no es plan). En fin, que paso a relatar lo que me deparó la pasada, festiva, semana.
Como el día anterior había sido ¨bunkerismo¨ de domingo llevado a su máximo exponente (también lo sería el martes), el lunes Terida tuvo a buen entender, sacarme de la fortaleza inexpugnable para ir a por una donación. Primero, eso sí, fuimos de nuevo a casa de la familia del padre Alex. Allí comimos y ya salimos para el centro comercial. De vuelta a la oficina para dejar la donación, se hizo tiempo hasta la hora convenida para la ¨misa y cena¨ en nuestra comunidad jesuita de confianza. A última hora Terida se bajó del barco. Yo me fui para allá y lo dicho, ¨misa y cena¨ en petit comité. Día entretenido.
El martes también lo fue, más allá de que no saliera de casa. Tampoco hubiera sido muy factible pues la tormenta de ese día será recordada. A mí me sirvió para comprobar que las ventanas de mi habitación, aunque tapiadas, tienen algún hueco por donde se coló bastante agua. Habrá que comprar masilla. El día lo aproveché también para combinar con Mara una visita a su comunidad (Nossa Senhora de Fátima) para pasar junto con Mirna y ella, los siguientes días.
Para allá que me fui a la mañana. No le llegaban mis mensajes pero bueno, supuse (o más bien quise esperar) que no habría ningún problema. El camino hasta su comunidad, bus y lancha, ya totalmente aprendido tras haberlo hecho con Jaqueline y Luis Miguel. Imitar y repetir, el mejor modo de aprender. Al llegar me contaron la explicación a los mensajes sin recibir, y es que la tormenta afectó de forma más virulenta si cabe su comunidad y se habían quedado sin luz. Tampoco duraría de más la desconexión puesto que al día siguiente ya se solventaría el corte en la red eléctrica.
Me quedé con ellas hasta el viernes a mediodía, por más que insistieran y trataran de convencerme de que la fiesta que iban a montar en el pueblo superaba a mi plan de año. Era difícil. Luego entenderéis por qué.
En su casa, tuve todo lo que se puede necesitar. Buena comida, mejor compañía y una hamaca, bueno en realidad fueron dos, una para la siesta y otra para la noche. Lo sé, mucho lujo, no me juzguen. El conjunto crea un remanso de paz que realmente pude disfrutar descansando en un silencio solo alterado por los pájaros/insectos y la lluvia, leyendo, estudiando y lo mejor, charlando con Mirna y Mara o acompañándolas a pasear/hacer alguna celebración religiosa. Las conversaciones, fueron de todo tipo. Desde las más tristes relatando la vida en las periferias donde habían trabajado o la asentada (en la Amazonia) explotación sexual de menores por por parte de los propios familiares cuando no, prostitución...hasta historias más felices como su entrada en la congregación, el por qué y el cómo de su decisión, historias de vida varias. Desarrollar todo ello, sería excesivo. Pero quien me conoce, sea libre de preguntarme. Por mi parte, les hablé del programa VOLPA (que aquí todo el mundo se piensa que soy jesuita, tranquila Noelia, ¡que no me hago cura!) y de mí, vida y obra. Por descontado, las inicié en los misterios de España. Esta vez tocó San Fermines y La Tomatina, que ya tengo comprobado que resulta bastante gracioso y les rompe esa idea de ¨Europa civilizada cuna de la perfección¨. Ya para la próxima vez, dejo Les Falles y el Carnaval de Cádiz. Se aceptan sugerencias. Fuera bromas, me sentaron muy bien estos días, por salir de Manaos y estar en un ambiente tan cómodo y cálido.
Entre unas cosas y otras, al final no nos hicimos una foto las tres (era para Jaqueline a quien acabamos llamando) de modo que, si algún ¨dotor¨ quiere ponerles cara a Mara y Mirna, les invito a pasarse por esta otra entrada donde aparecen en más de una foto:
https://elencuentroatento.blogspot.com/2021/12/semana-7-archipielago-fluvial.html
Para mostrar el lugar, aprovecho dos fotos que hizo Jaqueline la primera vez que llegamos. Casa e iglesia, enfrente una de la otra.
Yo hice algunas otras al ya marcharme el día 31, de la calzada principal (desde la iglesia) que se bifurca en dos calles y por la cual se llega al pequeño embarcadero donde se cogen las lanchas. El viaje de vuelta:
Pero, ¿cual podía ser el plan que me alejase de ese idílico vergel? La respuesta corta sería...jamón o chorizo, lomo y salchichón. Cualquiera me vale. Dicen que a veces pensamos con la barriga...y esa noche en la comunidad de la hermana Rose, junto con la hermana Santina, por obra y gracia del padre Luis Miguel iba darse una cena española que superó todas las expectativas. Lo mejor, de nuevo, la compañía.
El lugar también era muy bueno y es que la casa cuenta con una terraza cubierta desde donde habían buenas vistas de la ciudad. Aquí las dejo:
Esos bloques de edificios homogéneos que se ven son viviendas de protección oficial que se dieron a los dueños de las casas de palafita que derribaron para hacer un parque cercano. Una gran parte de sus residentes se dedican al tráfico de droga. Rose nos contó algunos hechos muy macabros acontecidos en los últimos años en ese barrio y otros. Para evitar morbos innecesarios prefiero no relatarlos. Ahora bien, fueron todo un golpe de realidad a escasos minutos de tener nuestras particulares campanadas. Escuchar sucesos tan violentos, reconociendo los espacios donde han sido perpetrados sigue estando lejos de ser testigo directo de ellos. Pero sí acerca su brutalidad más de lo que lo hacen las noticias asépticas o que parcialmente buscan algún tipo de redito. De todas formas, debo confesar que me encuentro lejos de llegar a conclusiones propias con las que no contase al venir, más allá de que la tragedia nuda pueda generar más sensibilidad (también inmovilidad si no se conoce elementos esperanzadores). La complejidad de la violencia. Quizás sí pueda decir, que ahora me apena más la juzgadora categorización que de Brasil hacemos desde Europa. Muy probablemente el comentario que más escuché al decir que venía fue relativo a la inseguridad, una especie de asunción de que el ¨brasileño¨ genérico es poco menos que un criminal. Mentiría si dijese que yo mismo no he incurrido en ello. En Brasilia, bromeando con Gabriel sobre ¨su venganza en caso de que me matasen¨, este, se enfadó. Porque estaba presuponiendo, por más que fuera de broma, que aquí iba a encontrarme a gentes salvajes que a la mínima me harían daño. Incluso algunos brasileños afirman que es muy característico el ser un ¨malandro¨, triste asunción. Entonces llego aquí, y donde más violencia he visto en toda mi vida también es donde he conocido más personas voluntariosas y nobles. Y no es plan de pasar de demonizar a idealizar, ni mucho menos, pero al menos sí practicar el ejercicio de preguntarnos más de una vez si lo que pensamos de ciertas nacionalidades es un pensamiento acertado o si no estamos siendo unos chovinistas de cuidado. Lo comento porque día a día personas migran a España, y es algo que no va a detenerse, al contrario.
Cambiando de tema, pudimos ver algunos fuegos artificiales a la medianoche:
Esa noche la pasé en la comunidad y el sábado permanecí allí puesto que no sería de ¨buen valenciano¨ rechazar el arroz con marisco que Luis Miguel iba a preparar. Tras ese buen rato volví a casa donde me esperaba una espléndida llamada maratoniana.
El domingo se celebraba el aniversario del hermano Arquelino. Invitado, fui con el padre David hasta la comunidad donde una semana antes había celebrado Nochebuena. Nada mal la celebración, se nota que Arquelino es muy querido. En cuanto a mí, conversé largamente con el padre Ronaldo, estadounidense aunque lo confundiese por tantos años vividos aquí, al que conocí ese día. Amablemente me invitó a comer en su comunidad la próxima semana, invitación que por supuesto acepté. Volvimos relativamente pronto y ya fue cosa de prepararse para la vuelta al trabajo ya hoy.
Espero que hayáis pasado felices fiestas y os deseo mucha salud para este 2022.
Sergio
Sigue con tu ritmo brasileño, que por lo que cuentas pareces el pequeño saltamontes, de aquí para allá. Aprovecha que el tiempo vuela. Cuídate mucho.
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