En la entrada de esta semana, que viene cargadísima de fotos, voy sobre todo a mostrar y hablar de la que fue mi visita a las comunidades ribereñas del río Tarumã Mirim, afluente del Río Negro y ubicado a poco menos de 20 km de Manaos.

Antes de eso, comentar brevemente como empezó la semana. Bastante parecida a la anterior, en cuanto a estar Kevin y yo en la sala de atendimiento. Seguimos con la atención online aunque las "demandas espontáneas" hicieron que siempre tuviéramos alguien a quien atender en persona. No nos aburrimos pues. El martes por la tarde acompañé a Terida a una reunión con los responsables de Magis para ver de qué forma podríamos trabajar juntos. Luego, aprovechando que estábamos en las instalaciones de la comunidad jesuita del padre David, tuve un acompañamiento. Alex me escuchó atentamente, y mira que no fui parco en detalles, dándome algunas claves para las cuestiones que me planteaba y todavía planteo. Fue muy bien. Se nos hizo tarde y ya me quedé con ellos a cenar. Estaba el hermano José, portugués, al que conocí en Boa Vista a finales de noviembre. Él y otros jesuitas iban a iniciar un curso de realidad amazónica esta semana. Arquelino me lo comentó pero sin llegar a más. Lo cierto es que era una propuesta interesante, de casi tres semanas lectivas, pero al final, creo que ha sido mejor no ir. En lugar de un acercamiento teórico (siempre importante), esta semana pude hacer uno de lo más práctico. Y a eso voy.
Tras dos intentos fallidos los fines de semana anteriores, este miércoles por fin las cosas saldrían bien. A la tercera va la vencida. Terida y yo nos dirigimos a la Marina de David para embarcarnos en la lancha que rápidamente nos llevaría al puerto principal del río Tarumã Mirim, donde se encuentra la comunidad Nossa Senhora de Fátima. Lugar de residencia y trabajo de las hermanas Mirna y Mara, a quienes íbamos a visitar. Para ubicar geográficamente el sitio, os lo muestro en un mapa:
Rodeado en naranja el mencionado río. Del punto marcado en azul hablaré al final.
Al llegar y ser recibidos por las hermanas -religiosas, no son familia eh por si alguien anda perdido- Terida no tardó en confirmar (incluso superando sus expectativas) todo lo bien que le había hablado de estas. Y es que la φιλοξενία griega se queda muy corta a su lado. En seguida nos brindaron comida y nos ofrecieron, prácticamente obligaron, descansar en las hamacas del patio trasero. Eso hicimos. Como toda invitación que recibimos aquellos días (no lo he dicho, íbamos a estar hasta el viernes), la aceptamos sin dudar para no ofender a nadie. La misión era darse a conocer y reconocer el lugar (problemáticas, potencialidades, población migrante), de modo que debíamos congraciarnos con el personal.
Aquel día conocimos a Zenilda, nueva integrante de su comunidad religiosa, y junto a Dalva y su marido, asistimos todos al churrasco que el padre Luis Miguel preparó para celebrar su aniversario. Mirna y él, salían al río al día siguiente para realizar una itinerancia por varias comunidades. Hubiéramos querido ir pero no fue posible por varias razones. Ojalá que en el futuro, podamos hacerlo. Por el momento, nos quedábamos en "tierra".
Entonces, a la mañana siguiente y dado que Terida no lo conocía, decidimos (Mara, Dalva, Terida y yo) visitar el Museo del Seringal. Fuimos andando para, por el camino de ida y vuelta, conocer mejor la comunidad. Yo, que en esta ocasión llevaba mi móvil español antiguo (con mejor cámara que el de la oficina) me puse en modo fotógrafo total. Quizás se me fue un poco, pero me hacía ilusión poder enseñar el lugar. Así que ahí va:
Empezamos la caminata hacia al museo...
De mientras sacaba fotos de cada una de las calles al tiempo que Mara me preguntaba que qué tenía de especial una calle sin entender muy bien. La verdad que no mucho pero, la idea era mostrarlo todo (aunque he prescindido de algunas fotos, lo dicho, se me fue jaja).
Al poco, llegamos al núcleo neurálgico de la comunidad, su campo de fútbol. Justo al lado, vive Dalva que se unió en ese momento.
Las lluvias es lo que tienen, el agua siempre busca desembocar en algún sitio...
En un momento dado, salimos a "campo abierto" (e inundable en los meses de "cheia") y seguimos en dirección al museo.
Nos tuvimos que meter un poco más "campo a través"...
Y por fin llegamos al Museo del Seringal. La foto quizás le suena a más de uno y es que ya la colgué la semana en que visité por primera vez dicho museo. Aquí podéis ver mis primeras andaduras (bueno, en realidad llegamos con lancha) por el río:
En su día no hice tantas fotos del museo en sí, pero como esta vez hicimos una visita guiada, no me pude resistir. Aquí la recreación del puesto comercial donde los "seringueiros" compraban los útiles que necesitaban a un precio diez veces más caro que en la ciudad.
Para conseguir el látex debían salir de madrugada puesto que los árboles se encontraban separados por grandes distancias y el calor del día secaba rápidamente el preciado líquido. Aquí me podéis ver con la pesada lámpara, necesaria para trabajar en la oscura noche selvática. Debían usar ambas manos para trabajar, no había opción de aguantar la lámpara de otra forma.
Además del cubo metálico con el que recogían el látex, utilizaban las dos herramientas de abajo. Una faca para hacer la incisión en el tronco del árbol y un raspador para alisar el corte evitando la entrada de impurezas en el balde.
También vimos la que sería una casa prototípica del "seringalista" (amo de la hacienda) que por otro lado, no vivía allí sino que solo iba la semana que tocara recoger las ganancias. En su lugar, moraba y administraba el capataz. El único que podía vivir con una mujer.
Esta foto la traigo porque me gustó el ingenio que puede haber en la simplicidad. Esa especie de disco que veis colgando, tenía una función muy importante. En él, o mejor dicho bajo él, se colgaba la carne de tal modo que, cuando durante la noche aparecían las hambrientas ratas, estas trepaban y se resbalaban en el momento de ir a pisar sobre el disco para hincarle el diente al pedazo de carne.
Salvando las distancias, imagen del proceso de extracción del látex.
Dije que los "seringueiros" trabajaban por la noche. También lo hacían por el día. Tras recolectar el látex durante las largas caminatas nocturnas, debían trabajar en su procesamiento. Es decir, convertirlo en la bola de caucho que venderían al capataz.
Durante horas se dedicaban a la pesada tarea de, con ese plato que se ve en la imagen, verter el látex sobre esa masa informe a la vez que la giraban (para que se recubriese por todos los lados). Cuando ya estaba bien recubierta, acercaban esa bola al agujero del horno desde donde salía el humo y calor que la endurecían. Tamaño trabajo, aislados en mitad de la nada.

Mientras hacíamos la visita, a Terida se le ocurrió la idea de organizar algún grupo o asociación de personas de la comunidad que dieran el servicio que actualmente no existe en el espacio del museo. Un servicio de comida (cosas básicas y con los propios productos que toda casa tiene plantado en su "quintal") y souvenirs (como alguna artesanía). Y es que la nada desdeñable cifra de cien visitantes por día, podría ser una fuente de ingresos para las familias del lugar. Me consta que Terida ya anda metida en la elaboración del proyecto. Tanto Mara como Dalva considararon muy buena la propuesta y están, por su parte, moviendo hilos para encontrar interesados.
Tras la visita, dimos la vuelta por otro camino...
Mientras volvíamos, previa parada en casa de Dalva, desarrollamos algunas de las ideas que nos habían traído allí y los nuevos planes que surgían. Los recursos del SJMR estaban a su disposición si encontraban situaciones que precisasen de ellos. Hubo tiempo para hablar de todo, hasta de la pasión de Mara, los eneagramas.
Una tarde y mañana lluviosa, con bastante mal tiempo, hizo que nos planteáramos la opción de estirar la estancia, de volvernos el sábado. El plan que nos propuso Mara, de visitar las otras comunidades (aunque sin bajar de la lancha, porque no daría tiempo a ver todas) en caso de que el tiempo mejorase, nos convenció. Tuvimos suerte, pues eso es lo que pasó.
Aquí esperando con Mara en el embarcadero de Nossa Senhora de Fátima:
La lancha que nos tocó (ese trayecto lo hacen varias, de muy diversas tipologías) y que por suerte, iba llena de pasajeros de todas las comunidades así que, fue a cada una de ellas.
Girando hacia la izquierda, entrando en el pequeño brazo de río en el que estábamos, llegamos rápidamente a la Comunidade do Abelha.
Dimos media vuelta y pasando por delante de Nossa Senhora de Fátima salimos al "canal" principal y nos dirigimos al otro lado. En el margen opuesto se encuentra la comunidad Nossa Senhora do Livramento en la que ya estuve aquella semana cuya entrada citaba antes.
Volviendo al "canal" principal, el capitán de la lancha hubo de hacerlo despacio para no poner en peligro (con las olas que levanta la lancha) una pequeña embarcación en la que viajaba toda una familia. La navegación a remo, todavía muy presente. La gasolina es carísima.
Un rápido desvío nos llevó a esta especie de "parking" donde también debían hacer tareas de desguace ya que habían varios barcos dañados en la orilla.
Los animales que vivan bajo de estas aguas, tienen todo mi apoyo...
Luego, un tripulante advirtió al capitán que él no se bajaba en ningún embarcadero. Que lo dejase en su casa, por favor. Allí lo llevó.
Tras esa breve parada, ya sí, volvimos a poner rumbo a la siguiente comunidad. La Comunidade do Ebenezer.
Camino a la siguiente, vimos unos barcos "aparcados" en frente de, supongo, la casa de sus dueños. Desde luego, aquí la lógica de la movilidad cambia...
Llegamos a la Comunidade do Juliano tras adentrarnos en un pequeño brazo del Tarumã Mirim y volvimos por donde habíamos llegado. La siguiente fue la Comunidade São Sebastião.
Casi al final del trayecto, nos dirigimos a la última de las comundiades. Primero dejamos por su parte trasera a algunas personas y ya después fuimos al embarcadero. Se ven aquí, los árboles a medio sumergir a la espera de que poco a poco vayan siendo engullidos por el río.
Fin de trayecto, la Comunidade do Agrovila es la última...
Toca dar media vuelta...
Para llegar finalmente al lugar desde el que empezamos este paseo por el río, la comunidad Nossa Senhora de Fátima.
Ya el sábado nos despedimos de Mara y Zenilda, de Dalva, y Terida y yo volvimos a Manaos. El balance de esta visita fue más que positivo. Habiendo podido dar atención a una persona migrante, mostrado el interés para que las hermanas en sus trabajos tenga un ojo atento a esa realidad, establecidas las relaciones y proyectos que nos unirán a futuro y nos harán volver de nuevo. La sensación es de "misión cumplida".
Volver a casa el sábado, fue una mera parada, ya que Arquelino junto a otros jesuitas y personas cercanas a la Compañía iba a ir a una casa rural de la que disponen. En el interior, a una hora de Manaos en coche y ubicada, más o menos, en aquel punto azul que señalaba en el mapa que puse al principio.
Llegamos a la tarde noche y la verdad, estuvo la mar de bien. Fue una actividad diferente, respecto a mi rutina actual, y agradecí la compañía. Por primera vez en Manaos, relacionándome con gente de mi edad. Lo nunca visto, oigan.
La mañana del domingo, Arquelino nos propuso acercanos a un pequeño lago dentro de los mismos terrenos de la "finca". Para allá que fuimos. Ilustro con algunas fotos del lugar.
Los protagonistas de aquel paseo, de izquierda a derecha, Yoslin, Gláucia, servidor, Rodrigo, Arquelinio y Andersson. Junto a ese lago más grande de estas últimas dos fotos, había otro pequeño con una canoa. Arquelino y yo nos montamos en ella.
Con esto me despido por esta semana, atípica entrada en la que he dado más la tabarra con fotos que con palabras. Espero que os guste.
Cuidaros,
Sergio
PD: os recomiendo que le echéis un ojo al blog que justo ha empezado mi compañero Willy, que hace su voluntariado VOLPA en Kenia, sobre los "slums" de Nairobi en los que está viviendo. ¡Vale la pena! Este es su blog:
PD2: más fotos, de tres frutas amazónicas. La primera, de la que más orgullosos se sienten, y las otras, que son bastante "raras" a ojos europeos y no había probado antes...
Tucumá
Rambután
Biribá
Este es un buen artículo para conocer las principales, muchas de ellas ya las he probado:
Sergio...gracias por compartir tu experiência, Las fotos, las mejores. El encuentro en lá chácara (casa de campo) de Los jesuítas fue muy bien comentado por todos ellos y Los que fueron. Me alegra estes difrutando de todo lo que podia. Fuerte abrazo
ResponderEliminarMenut ritme, pareixes un corresponsal i labia no ten falta. M'alegre que esta experiensia siga tan positiva
ResponderEliminarper a tú. Cuídat i posat la mascarilla 😉😉😥😥☺☺☺