Curso Fronteras: Módulo 2
Segundo tema del curso y ya nos encontramos con una buena piedra de toque, el ecologismo, con el que nos bombardean los medios de comunicación y una más que concienciada sueca. Recurrente problemática, no es mi intención reproducir lo que diariamente nos dicen, por ello esta entrada será más un posicionamiento reflexivo que esa machacona riña a la que estamos acostumbrados.
Nuestro punto de partida, al respecto del medio ambiente, tiende a ser de desinterés o incluso rechazo. En parte, por aquello que comentaba antes, las continuas "broncas" que solemos recibir por parte de los medios. Es por ello, que nos posicionamos de diversas maneras. Hay quienes niegan rotundamente la existencia del manido cambio climático, los hay que dudan, mientras que otros delegan la responsabilidad en gobiernos y expertos...al fin y al cabo, ¿qué puede hacer mi pequeña acción individual ante tan grande problema? o incluso, podríamos llegar a plantearnos, "existe, si, pero ¿cambia en algo nuestras vidas?". Bueno, está claro que las nuestras no de forma muy intensa ya que a nuestra situación está relativamente exenta de penalidades en tanto a uso y disfrute de recursos naturales; otros, no obstante, no corren la misma suerte, lo que ha llevado a acuñar el término de refugiados ambientales.
Volviendo a nuestro posicionamiento, existen una serie de mecanismos psicológicos que nos inhiben de actuar en relación con este tema concreto. En primer lugar, la complejidad del mismo, así como su gradualismo (véase la analogía de la "rana hervida") nos dificultan cuando no impiden ser conscientes de la gravedad del problema. Al mismo tiempo, el hecho de ser un "enemigo sin rostro" impredecible, evita que nos genere aversión. Por último, la percepción local y presente que tenemos del cambio climático, se queda corta ante una problemática de alcance global y futuro.
En suma, que estamos "a verlas venir", pero, ¿tan grande es el problema?
Pues bien, gracias al informe (llamado "Los límites del crecimiento") realizado por el Club de Roma ya en 1972 y a sus posteriores revisiones de 1992, 2002 y 2012 con sus correspondientes actualizaciones en base a los datos contrastados, la conclusión es clara: "estamos jodidos". Por decirlo de una forma más fina:
"Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial." (D.L. Meadows y otros, Los Límites del Crecimiento, 1972)
Sin embargo, no quisiera ir tan rápido a las consecuencias, sino que me gustaría hablar un poco sobre las causas que han propiciado esta situación, considerada por algunos autores como "crisis civilizatoria".
El título del citado informe, nos da la clave del problema y es que son fundamentales las dos palabras utilizadas, "límites", ignorados, por un lado y "crecimiento", desbocado, por otro. ¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí?
Esta bonita historia comienza cuando allá por el siglo XVIII, en Europa, nace la Ilustración que, sitúa en los altares de la humanidad a la Razón y la Ciencia, las cuales impulsan las transformaciones sociales, económicas e ideológicas del siglo XIX, fraguándose entre sendas revoluciones industriales y el surgimiento de los primeros Estados-nación, las bases del concepto de Modernidad que acompañará a las sociedades industriales del siglo pasado. Isidoro Moreno, diferencia cuatro pilares que sustentan esta idea de Modernidad y defiende al mismo tiempo, la quiebra de los mismos, al hilo de nuestro tema, nos interesan los dos primeros (para quien se interese por el resto, aquí los tiene):
1. El avance científico permite un control tecnológico de la Naturaleza que logra un crecimiento sin límites/ indefinido de la riqueza. Dicha riqueza mejoraría los planos social y moral ----- Existen límites objetivos en la explotación de los recursos naturales y el grado de conocimiento que poseemos no puede eliminarlos. No somos "reyes de la creación", compartimos un ecosistema cuyo equilibrio es frágil. La imposibilidad de que el Sur acceda a los estándares de vida del Norte no es solo socio-política, es también ecológica.
2. La extensión de la racionalidad a todos los ámbitos de la vida, tanto individual como colectiva eliminaría la espiritualidad y religiosidad ----- La deseada secularización ha pasado a ser una sacralización de elementos laicos (como el Mercado, dentro de la lógica Neoliberal) o al fundamentalismo de las religiones. Como escribe Antonio Gala: los hombres nunca han dejado de adorar: lo que ocurre es que antes adoraban al becerro de oro y hoy adoran el oro del becerro.
No obstante, continua Isidoro, esta evidente quiebra, no ha sido aceptada ni ha hecho modificar nuestro recorrido histórico. En lugar de aceptar la caída e incapacidad de los principios anteriores, se ha optado por creer (como Habermas) que el problema es el despliegue parcial del sistema por lo que hemos de seguir avanzando. Entonces, una vez, sustituidos los conceptos de Modernidad por Globalización y Progreso por Desarrollo, reforzamos la idea de que seguimos en lo cierto y "echamos para adelante". Craso error, que ya estamos comprobando.
Recojo el término de "Desarrollo" antes mencionado para reflexionar un poco, cuando hablamos de "Desarrollo", ¿en qué pensamos? Algunos estudiantes de antropología, debatimos al respecto. Venga, va, que nos ayude la RAE, en su octava acepción dice:
8. prnl. Dicho de una comunidad humana: Progresar o crecer, especialmente en el ámbito económico, social o cultural.
Algo dice, cierto, pero esto de crecer...¿crecer hacia dónde? Se respondería, "hacía algo mejor", evidentemente, y, ¿qué es lo "mejor"? ¿Quién es el que decide lo que es "mejor"? En efecto, aquel que posee en poder, hoy día en manos del Mercado, y su lógica de producción y establecimiento de la sociedad del consumo de masas.
Muchas veces, cuando pensamos en "desarrollo", nos vamos lejos, África sería uno de los primeros lugares que aparecería en nuestro imaginario, pero no hay que alejarse tanto para encontrar la imposición de este modelo único a todas las regiones del mundo.
Pongo para el caso, el ejemplo de Andalucía, ¿acaso no piensan muchos españoles que Andalucía es un lugar "atrasado" en relación a otras partes del estado?
La propia administración autonómica se encarga de validar este discurso y como prueba de ello, voy a citar textualmente algunas de las perlas que deja su plan estratégico para "desarrollar" Andalucía en 2003 aunque realmente, la lógica sigue siendo la misma:
[...] Andalucía necesita un nuevo impulso modernizador, en términos sobre todo socioculturales. [...] ciertos valores y actitudes [...] constituyen un cierto freno al proceso modernizador.
Veámos, cuales son esos valores y actitudes que los Andaluces deben cambiar para poder llegar a las cotas de desarrollo adecuadas
[...] Entre estas limitaciones (cualitativas) estarían: [...] escaso aprecio por la meritocracia [...] y por el principio de excelencia; la poca predisposición a la movilidad geográfica (parece ser un problema que la gente quiera vivir junto a su familia y amigos); las grandes expectativas sobre el papel del Estado en la solución de los problemas individuales (abogando por una menor importancia del Estado que el Mercado des-regulado desea); la escasa [...] cultura emprendedora; [...] una preferencia por trabajos de alta seguridad frente a trabajos menos seguros (que raro que la gente prefiera contratos indefinidos a contratos basura, quien lo hubiese dicho). Del mismo modo, los andaluces tenemos un gran aprecio por el tiempo libre y más preocupación por asuntos materiales (salario, seguridad del empleo, vivienda...) y preferencia por la participación en acciones colectivas tradicionales -religiosas y lúdicas-. Broche final a un bochornoso documento donde no solo se critican anhelos tan básicos como un trabajo estable en tu lugar de origen, sino que se ataca nada más y nada menos que al tiempo libre y lo que con él se puede hacer. ¿El tiempo solo puede ser utilizado para trabajar? Claro, la Semana Santa y la Feria no son suficientemente productivas...
Extraído de JUNTA DE ANDALUCÍA (2003). Andalucía. Segunda modernización. Estrategias y propuestas. Sevilla. Consejería de presidencia
Espero no se me malinterprete, la crítica al modelo de desarrollo hegemónico no implica que esté en contra del desarrollo de las sociedades, que lógicamente tratan de buscar unas mejores condiciones de vida, ni de las políticas de cooperación (siempre que estas permitan la participación de todas las partes). Solo trato de remarcar la imposición que estamos viviendo y que como en el ejemplo anterior, muestran el afán por destruir la diversidad cultural de este planeta. ¿Por qué los andaluces han de cambiar sus modos de vida en pos de ese "desarrollo" que no han elegido? ¿Por qué todos hemos de ser iguales, avanzar hacia el mismo lugar? ¿Acaso soñamos las mismas cosas?
Todos y cada uno de los gobiernos nacionales están regidos por este paradigma (como diría Kuhn) y su adscripción al grupo de los "desarrollados" o "subdesarrollados" basada en términos especialmente económicos. Se insta a los segundos, en ocasiones llamados también "en vías de desarrollo", no sea que el prefijo "sub-" los ofenda más de lo que ya lo hace el nivel de desigualdad que afrontan (para más detalle, el Coeficiente de Gini), a industrializarse, a producir todavía más para poder llegar, algún día, a estar al mismo nivel que los primeros. El problema es, que el planeta no da tanto de si y en este intento falaz, por imposible, de "ser todos ricos" (solo materialmente), estamos destruyendo la capacidad de regeneración de los recursos naturales del planeta.
No queda otra que superar el actual paradigma de "desarrollo", una invención más al fin y al cabo, que como dice Escobar: puede des-inventarse o reinventarse, llegar a una época "postdesarrollo". Y no hablo de abogar por el eufemístico "desarrollo sostenible", patraña de quienes detentan el poder (crecer todos sin límites no es posible, los límites existen y los sufren quienes han de verse empobrecidos para que otros, podamos de disfrutar de estilos de vida desmedidos) sino de buscar alternativas como las que propone Serge Latouche y su Teoría del Decrecimiento.
Tras esta rápida visita a Úbeda, vuelvo al temario que vimos en el módulo 2 del Curso Fronteras:
Hable, J. Riechman, del "siglo de la gran prueba" y ante ésta, vimos dos visiones, la Autoconstrucción de los autores ecosociales y la Laudato Si de los católicos. Los primeros, afirman el colapso de nuestro modelo socio-económico occidental, tratando de hallar una forma de "colapsar mejor". Los segundos, menos catastróficos, optan por iniciar ya una "conversión ecológica" y tratar de cuidar, le mejor posible desde cada acción individual, nuestra "casa común". Hablar de "colapsar mejor" impresiona bastante, pero no hay más que echar una mirada a los actuales ritmos de crecimiento/destrucción del planeta.
No pondré las mil y unas gráficas, estudios, tablas de datos, y otros documentos que defienden esta visión ya que al final de la entrada adjuntaré bibliografía para quien pueda estar interesado en profundizar en el tema pero si veo necesario incluir esta imagen:
Volviendo a nuestro posicionamiento, existen una serie de mecanismos psicológicos que nos inhiben de actuar en relación con este tema concreto. En primer lugar, la complejidad del mismo, así como su gradualismo (véase la analogía de la "rana hervida") nos dificultan cuando no impiden ser conscientes de la gravedad del problema. Al mismo tiempo, el hecho de ser un "enemigo sin rostro" impredecible, evita que nos genere aversión. Por último, la percepción local y presente que tenemos del cambio climático, se queda corta ante una problemática de alcance global y futuro.
En suma, que estamos "a verlas venir", pero, ¿tan grande es el problema?
Pues bien, gracias al informe (llamado "Los límites del crecimiento") realizado por el Club de Roma ya en 1972 y a sus posteriores revisiones de 1992, 2002 y 2012 con sus correspondientes actualizaciones en base a los datos contrastados, la conclusión es clara: "estamos jodidos". Por decirlo de una forma más fina:
"Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial." (D.L. Meadows y otros, Los Límites del Crecimiento, 1972)
El título del citado informe, nos da la clave del problema y es que son fundamentales las dos palabras utilizadas, "límites", ignorados, por un lado y "crecimiento", desbocado, por otro. ¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí?
Esta bonita historia comienza cuando allá por el siglo XVIII, en Europa, nace la Ilustración que, sitúa en los altares de la humanidad a la Razón y la Ciencia, las cuales impulsan las transformaciones sociales, económicas e ideológicas del siglo XIX, fraguándose entre sendas revoluciones industriales y el surgimiento de los primeros Estados-nación, las bases del concepto de Modernidad que acompañará a las sociedades industriales del siglo pasado. Isidoro Moreno, diferencia cuatro pilares que sustentan esta idea de Modernidad y defiende al mismo tiempo, la quiebra de los mismos, al hilo de nuestro tema, nos interesan los dos primeros (para quien se interese por el resto, aquí los tiene):
1. El avance científico permite un control tecnológico de la Naturaleza que logra un crecimiento sin límites/ indefinido de la riqueza. Dicha riqueza mejoraría los planos social y moral ----- Existen límites objetivos en la explotación de los recursos naturales y el grado de conocimiento que poseemos no puede eliminarlos. No somos "reyes de la creación", compartimos un ecosistema cuyo equilibrio es frágil. La imposibilidad de que el Sur acceda a los estándares de vida del Norte no es solo socio-política, es también ecológica.
2. La extensión de la racionalidad a todos los ámbitos de la vida, tanto individual como colectiva eliminaría la espiritualidad y religiosidad ----- La deseada secularización ha pasado a ser una sacralización de elementos laicos (como el Mercado, dentro de la lógica Neoliberal) o al fundamentalismo de las religiones. Como escribe Antonio Gala: los hombres nunca han dejado de adorar: lo que ocurre es que antes adoraban al becerro de oro y hoy adoran el oro del becerro.
No obstante, continua Isidoro, esta evidente quiebra, no ha sido aceptada ni ha hecho modificar nuestro recorrido histórico. En lugar de aceptar la caída e incapacidad de los principios anteriores, se ha optado por creer (como Habermas) que el problema es el despliegue parcial del sistema por lo que hemos de seguir avanzando. Entonces, una vez, sustituidos los conceptos de Modernidad por Globalización y Progreso por Desarrollo, reforzamos la idea de que seguimos en lo cierto y "echamos para adelante". Craso error, que ya estamos comprobando.
Recojo el término de "Desarrollo" antes mencionado para reflexionar un poco, cuando hablamos de "Desarrollo", ¿en qué pensamos? Algunos estudiantes de antropología, debatimos al respecto. Venga, va, que nos ayude la RAE, en su octava acepción dice:
8. prnl. Dicho de una comunidad humana: Progresar o crecer, especialmente en el ámbito económico, social o cultural.
Algo dice, cierto, pero esto de crecer...¿crecer hacia dónde? Se respondería, "hacía algo mejor", evidentemente, y, ¿qué es lo "mejor"? ¿Quién es el que decide lo que es "mejor"? En efecto, aquel que posee en poder, hoy día en manos del Mercado, y su lógica de producción y establecimiento de la sociedad del consumo de masas.
Muchas veces, cuando pensamos en "desarrollo", nos vamos lejos, África sería uno de los primeros lugares que aparecería en nuestro imaginario, pero no hay que alejarse tanto para encontrar la imposición de este modelo único a todas las regiones del mundo.
Pongo para el caso, el ejemplo de Andalucía, ¿acaso no piensan muchos españoles que Andalucía es un lugar "atrasado" en relación a otras partes del estado?
La propia administración autonómica se encarga de validar este discurso y como prueba de ello, voy a citar textualmente algunas de las perlas que deja su plan estratégico para "desarrollar" Andalucía en 2003 aunque realmente, la lógica sigue siendo la misma:
[...] Andalucía necesita un nuevo impulso modernizador, en términos sobre todo socioculturales. [...] ciertos valores y actitudes [...] constituyen un cierto freno al proceso modernizador.
Veámos, cuales son esos valores y actitudes que los Andaluces deben cambiar para poder llegar a las cotas de desarrollo adecuadas
[...] Entre estas limitaciones (cualitativas) estarían: [...] escaso aprecio por la meritocracia [...] y por el principio de excelencia; la poca predisposición a la movilidad geográfica (parece ser un problema que la gente quiera vivir junto a su familia y amigos); las grandes expectativas sobre el papel del Estado en la solución de los problemas individuales (abogando por una menor importancia del Estado que el Mercado des-regulado desea); la escasa [...] cultura emprendedora; [...] una preferencia por trabajos de alta seguridad frente a trabajos menos seguros (que raro que la gente prefiera contratos indefinidos a contratos basura, quien lo hubiese dicho). Del mismo modo, los andaluces tenemos un gran aprecio por el tiempo libre y más preocupación por asuntos materiales (salario, seguridad del empleo, vivienda...) y preferencia por la participación en acciones colectivas tradicionales -religiosas y lúdicas-. Broche final a un bochornoso documento donde no solo se critican anhelos tan básicos como un trabajo estable en tu lugar de origen, sino que se ataca nada más y nada menos que al tiempo libre y lo que con él se puede hacer. ¿El tiempo solo puede ser utilizado para trabajar? Claro, la Semana Santa y la Feria no son suficientemente productivas...
Extraído de JUNTA DE ANDALUCÍA (2003). Andalucía. Segunda modernización. Estrategias y propuestas. Sevilla. Consejería de presidencia
Espero no se me malinterprete, la crítica al modelo de desarrollo hegemónico no implica que esté en contra del desarrollo de las sociedades, que lógicamente tratan de buscar unas mejores condiciones de vida, ni de las políticas de cooperación (siempre que estas permitan la participación de todas las partes). Solo trato de remarcar la imposición que estamos viviendo y que como en el ejemplo anterior, muestran el afán por destruir la diversidad cultural de este planeta. ¿Por qué los andaluces han de cambiar sus modos de vida en pos de ese "desarrollo" que no han elegido? ¿Por qué todos hemos de ser iguales, avanzar hacia el mismo lugar? ¿Acaso soñamos las mismas cosas?
Todos y cada uno de los gobiernos nacionales están regidos por este paradigma (como diría Kuhn) y su adscripción al grupo de los "desarrollados" o "subdesarrollados" basada en términos especialmente económicos. Se insta a los segundos, en ocasiones llamados también "en vías de desarrollo", no sea que el prefijo "sub-" los ofenda más de lo que ya lo hace el nivel de desigualdad que afrontan (para más detalle, el Coeficiente de Gini), a industrializarse, a producir todavía más para poder llegar, algún día, a estar al mismo nivel que los primeros. El problema es, que el planeta no da tanto de si y en este intento falaz, por imposible, de "ser todos ricos" (solo materialmente), estamos destruyendo la capacidad de regeneración de los recursos naturales del planeta.
No queda otra que superar el actual paradigma de "desarrollo", una invención más al fin y al cabo, que como dice Escobar: puede des-inventarse o reinventarse, llegar a una época "postdesarrollo". Y no hablo de abogar por el eufemístico "desarrollo sostenible", patraña de quienes detentan el poder (crecer todos sin límites no es posible, los límites existen y los sufren quienes han de verse empobrecidos para que otros, podamos de disfrutar de estilos de vida desmedidos) sino de buscar alternativas como las que propone Serge Latouche y su Teoría del Decrecimiento.
Tras esta rápida visita a Úbeda, vuelvo al temario que vimos en el módulo 2 del Curso Fronteras:
Hable, J. Riechman, del "siglo de la gran prueba" y ante ésta, vimos dos visiones, la Autoconstrucción de los autores ecosociales y la Laudato Si de los católicos. Los primeros, afirman el colapso de nuestro modelo socio-económico occidental, tratando de hallar una forma de "colapsar mejor". Los segundos, menos catastróficos, optan por iniciar ya una "conversión ecológica" y tratar de cuidar, le mejor posible desde cada acción individual, nuestra "casa común". Hablar de "colapsar mejor" impresiona bastante, pero no hay más que echar una mirada a los actuales ritmos de crecimiento/destrucción del planeta.
No pondré las mil y unas gráficas, estudios, tablas de datos, y otros documentos que defienden esta visión ya que al final de la entrada adjuntaré bibliografía para quien pueda estar interesado en profundizar en el tema pero si veo necesario incluir esta imagen:
Si entonces, aceptamos los planteamientos anteriores, el colapso es una realidad, ya venga antes o después. No sería la primera vez que una civilización, hoy global, colapsa ya que de hecho es parte de la dinámica del propio proceso histórico (Jared Diamond).
Sin embargo, todo tiene su lado bueno, hemos de tratar de poner nuestra atención en las oportunidades que toda crisis contiene, ¿cuales son? El colapso nos brinda la oportunidad de...
1. Cuestionar el entramado cultural y económico que nos está llevando a esta
situación, abriendo la puerta a nuevos modelos.
2. Visibilizar la insostenibilidad ecológica y la indeseabilidad social del estilo de
vida a través de indicadores como la huella ecológica o los índices de
desigualdad o felicidad.
3. Crear nuevos imaginarios, atractivos y deseables, basados en la vida
buena y el bien común en los que el cuidado de la vida de las personas y la
naturaleza esté en el centro.
4. Construir un nuevo paradigma ético (ética de los cuidados) de relación entre
el ser humano, el resto de especies y la naturaleza.
5. Generar un cambio en los valores: más centrados en el ser, el hacer, el estar
que en el tener; en la comunidad que en la individualidad; en la cooperación
que en la competencia.
6. Vivir unas vidas más ricas en relaciones humanas y con la naturaleza. Más
tiempo para cuidar y ser cuidadas, para mantener relaciones sociales
satisfactorias, para desarrollar las inquietudes propias…
Pero también algunos desafíos, en nuestro propio día a día...
1. Simplificar los estilos de vida, reduciendo voluntariamente los
consumos suntuosos y aquellos dependientes de las energías fósiles,
apostando por una tecnología adecuada que recupere los saberes
tradicionales para adaptarse a un contexto de escasez y cambio
climático.
2. Reducir la complejidad y la velocidad de nuestros estilos de vida y
sociedades. Nuevas formas de habitar las ciudades, de relacionarnos
con el territorio y de transportarnos.
3. Reconstruir la resiliencia local, es decir, la capacidad de las
poblaciones locales de seguir satisfaciendo sus necesidades
materiales e inmateriales en un contexto de escasez y cambio
climático.
4. Desarrollar una producción y comercio local basado en criterios
éticos (sociales, solidarios y sostenibles), al margen de las grandes
superficies y distribuidoras.
No queriendo sobrecargar ya más, una entrada bastante larga concluyo adjuntando los libros comentados así como una idea fundamental en todo este asunto.
Chema Castell, el conferenciante que nos brindó todos estos saberes, nos recomendó y así os lo transmito yo, que el mejor punto de partida es este breve artículo. Os animo a echarle una ojeada.
Por último, la idea es que no hay justicia social sin justicia ambiental, son las dos caras de una misma moneda y el compromiso con una de ellas, implica lo propio con la otra.
Sergio
Comentarios
Publicar un comentario