Después de los últimos dos días en Brasilia, emprendo el vuelo en dirección a Manaos y me establezco en el que será mi campamento base durante los próximos meses.
Han pasado tantas cosas esta semana que se me hace incluso difícil recordar que hice exactamente el lunes. Janaína y Flávia se habían ido y pasé el día en la oficina con João y Agnaldo, con quienes el miércoles vendría a Manaos.
Del martes por el contrario, sí tengo nítidos recuerdos ya que acompané a Agnaldo a casa de Denise donde estuvimos prácticamente todo el día. Denise es sargento de la policia militar en el área de violencia sexual y violencia de género y junto a Agnaldo estuvieron organizando la formación en dichas materias que a partir del próximo feberero se capacitará a todo el personal de la organización. Al volver a Brasilia, fuimos a ver por dentro la catedral y de paso, asistimos a la misa (una de las peores en las que he estado).
Despedida de Brasilia volviendo al primer punto que me recibió.
La última noche la pasé preparando la maleta a medio deshacer y teniendo una conversación muy buena con Gabriel que ha sido todo un apoyo estos días allí. Espero que podamos volver a vernos.Ya el miércoles fuimos Agnaldo, João y yo para el aeropuerto. Nuestro viaje tenía una parada previa en Campinas (cerca de São Paulo), nos dirigimos primero hacía la costa para luego volver hacia la tierra, la región Norte y adentrarnos en la Amazonia.
El avión que cogimos para ir a Campinas me resultó muy curioso.
Pero para espectáculo el que apareció ante nuestros ojos a medida que el avión descendía a Manaos.
Simplemente increíble, esa vasta inmensidad verde y el tamaño de los ríos, con razón se descojonan del Ebro.
Al aterrizar nos recibió el ¨caloret¨ de Manaos que viene siendo como el peor día de calufa sevillana mezclado con la humedad de 20 albuferes. En fin, un sofoco, para el que más menos ya estoy entrenado. La suerte es que el aire es fresco, sobretodo en el lugar donde voy a vivir, y los días de lluvias son relativamente frecuentes lo que también ayuda a mitigar un poco el hecho de que las temperaturas sean las mismas durante todo el año (unos 31 de máxima y 24 de mínima). Verano perpetuo, vaya.
En fin, que llegamos a Manaos y desembarcamos en la casa de voluntarios (João y Agnaldo iban a quedarse los primeros días conmigo, con el primero compartiendo habitación momentáneamente). Así que voy a enseñaros el que será mi hogar los próximos meses.
Este es el edificio en el cual se encuentra la oficina del SJMR. Arriba del todo, en la última planta, me quedo yo. Para acceder a esta fortaleza hay que, si se quiere evitar el alambrado eléctrico, atravesar unas tres puertas, dos cancelas y tres candados. Para cada etapa del arduo camino hay una llave, así que imaginad, entrar y salir (en un horario que no sea el laboral, puesto que en dicha franja hay bastante movimiento) es una decisión que ha de meditarse mucho, el proceso es casi un ritual. La prueba:
Aquí, algunas fotos de la casa.
Ahora que me quedo solo una cama se va a la otra habitación.
Como veis, un lugar muy majo en el que seguro, voy a estar muy a gusto. La habitación que falta y el baño me las ahorro que tampoco es plan de ser la oferta de un piso de Idealista.Lo que sí quiero enseñar es la escalera de ¨Ella la araña¨ que hay que comerse para llegar a la cima, terrible, en algunos escalones me caben la mitad de los dedos.
Llegamos a mediodía así que lo que quedaba de tarde lo pasamos acomodándonos, enseñándome el resto de las instalaciones (porque el edificio es bastante grande, en la próxima entrada ya traeré algunas fotos más de los diferentes espacios y salas) y haciendo una compra grande para los siguientes días.
El jueves fue un poco caótico por la mañana porque estuve luchando con varios temas burocráticos que necesito gestionar para poder acceder a algunos servicios básicos. Una vez hechos, quedé a la espera de la respuesta gubernativa de turno. El ritmo en la oficina es trepidante y debo decir que me sentí bastante perdido y fuera de lugar, entre estar teniendo que solucionar asuntos míos, no poder comunicarme con la mejor calidad y ver como el resto iba a sus puestos sin yo saber muy bien cual era el mío, me sobrepasó un poco. Pero bueno, cuestión de estabilizarse, el día siguiente en ese aspecto hizo bastante bien.
Los viernes no hay atención a los usuarios en la oficina, es un día para tareas organizativas internas así como para formación y también, desarrollo del ámbito espiritual del equipo. En la misa que se celebró por la mañana, la despedida del anterior voluntario Renan y mi acogida fueron el tema principal. Tuvimos que decir unas palabras y en un acto simbólico, Renan me ¨cedió¨ su uniforme de forma que ahora yo ocupo su lugar. Esperemos estar a la altura.
Por la tarde realizamos una reunión presencial (matizo porque lo de las reuniones online en el Teams ha sido una constante) donde casi todo el equipo de Manaos se presentó. Conocí pues a Ludimili, Mikely, Kevin, Beatriz, Gladis, Térida y supe del resto que pronto conoceré. Unas personas geniales. Vimos luego los proyectos con los que actualmente se trabaja en la oficina, su nivel de ejecución y propuestas varias.
Una vez acabamos, el fin de semana empezaba de modo que fuimos Agnaldo, João y yo a dar un paseo y visitar el centro que no queda lejos (una media hora andando). Visitamos el Teatro Amazonas y llegamos al puerto desde donde pudimos ver el río Negro.
Luego fuimos a cenar al bar preferido de Fernando, el VOLPA anterior, y vi el buen ambiente nocturno que hay. Mucha vida en la calle, la verdad, de día y de noche, hay ciertas zonas que son un no parar de barullo y gente.
El sábado tocaba tormenta, aunque no eléctrica (me comentan que voy a notar la diferencia ahí arriba donde vivo) por lo que nos quedamos en casa disfrutando del primer día completamente fresco. Apetecía un poco de descanso después de tanto ir y venir.
Por último el domingo fuimos hacia el río para ver si podíamos coger algún barco, ver el encuentro de las dos aguas y demás, pero llegamos tarde. Nos detuvimos en el mercado que cada domingo ponen en la calle principal que baja hacia el puerto.
Después hicimos algunas compras de comida y artículos para la casa. El momento del mercado (no el de la foto que era bastante turístico sino uno junto al puerto, en otra zona) fue de lo más caótico, tanta gente, ruido, luz...y sobretodo duro ver a quienes no tienen nada, que en España los hay claro, pero aquí están en una situación mucho más crítica. Mucha emoción junta.
Ya pasé el último día con ellos dos en la casa puesto que el lunes llega una voluntaria que estará dos semanas en la otra habitación de la casa de voluntarios. Agnaldo y João no se van todavía, eso sí, permanecerán aquí una semana más, para seguir coordinando el equipo de esta oficina. Yo, por mi parte, voy a dedicarme a pasar algunos días en cada una de las áreas (primera atención, casa de acogida, asistencia social personalizada) para conocer y aprender las tareas a realizar y más tarde, en función de las circunstancias, elegir a cual de ellas asignarme o dedicarle más tiempo. El horario de trabajo en la oficina es de 8:00 a 12:30 y 13:30 a 18:00. En mi caso, gracias a Fernando que es un predecesor increíble, ya empiezo teniendo libres los miércoles que él liberó para los voluntarios.
A ver que tal se da esta semana.
Un fuerte abrazo,
Sergio
Qué bien que nos prestes tus ojos para vivir (aunque sea de segunda mano) todas estas cosas. Sin duda nos ayudas a enriquecernos a todos.
ResponderEliminarMolta sort, company!
Agradezco mucho tus palabras. Lo cierto es que me está sorprendiendo el interés despertado. Sentir que estas vivencias son valiosas no sólo para mí sino para otras personas, da mucho sentido a este tiempo alejado de mis seres queridos.
EliminarGràcies, companya :)