Semana corta, de transición tras la vuelta del retiro, en la que me encuentro tras los días en la burbuja con una situación ciertamente grave. El aumento de los casos de covid (con la alerta máxima decretada) ha llevado a la paralización de la atención presencial en todas las organizaciones del Tercer Sector.
Tras conectar de nuevo los móviles (personal y de empresa) recibí un aluvión de información, entre ello, esta imagen que marcaría el devenir de esta semana que empezaba un martes:
De este modo, volvía sabiendo que no retomaría el trabajo como lo había dejado antes del retiro. Pasamos de la certeza a la incerteza. También, el viaje de vuelta a casa fue todo un cúmulo de comodidad, apretujado en un coche donde apenas cabía, con tres conversaciones al mismo tiempo, el ruido y la velocidad del tráfico, el sofocante calor...la incerteza y la incomodidad me mostraban claramente, que volvía a la realidad. Así es la vida. Aunque, vaya, tampoco hubiera alargado el retiro a un mes como hacen algunos jesuitas.
Al poco de llegar, me reuní junto con el padre David y Terida para comentar las ideas de esta en torno a como podríamos imbricarnos entre el resto de obras de la compañía puesto que uno de los proyectos que nos han asignado, tiene como objetivos la realización de sesiones informativas y actividades de educación comunitaria. Todo ello, en comunidades donde haya población migrante y con idea de generar integración y cohesión (además de la formación específica de la temática correspondiente) entre esta y la población local. De ahí, la idea de aprovechar el trabajo de otras organizaciones y obras de la Compañía, para así acceder a un mayor número de comunidades donde hacer las primeras reuniones exponiendo nuestras intenciones, conocer líderes locales que hagan de mediación con la comunidad, problemáticas específicas en las que tengan interés, etc. De dichas acciones, nos encargaremos Terida y yo mismo, principalmente, Lo cual nos hará tener que salir bastante de la oficina y tener más contacto ya no solo con las personas sino con el contexto donde viven. Idea que me agrada y mucho. Foto del momento:
Como aún andábamos un poco pachuchos los dos de la gripe, Terida me comentó si me parecía bien que se quedase en la otra habitación de la casa. Por aquello de los cuidados mútuos y la comodidad de no tener que ir y venir a la oficina para usar el ordenador/internet del que no dispone en su casa. Oficina que por cierto, como decía antes, estaba cerrada. Solo atendíamos vía teléfono o correo electrónico y en ocasiones, la excepción presencial de la ¨demanda espontánea¨ de quienes venían sin saber que no estábamos abiertos. Entonces, Terida se iba a quedar conmigo en la casa de los voluntarios. De estar solo y sin poder hablar en el retiro a trabajar y vivir acompañado. Día y noche. La verdad que al principio me notaba raro y todo. Uno acaba acostumbrándose a casi cualquier cosa.
Siguiendo con aquello que os comentaba del trabajo en y para las comunidades. Una propuesta que nos agradaba a ambos era acercarnos a la comunidad de las hermanas Mara y Mirna (que ahora cuentan con nueva integrante, aunque todavía no la conocemos), de Nossa Senhora de Fátima. Allí podríamos ¨mapear¨ su comunidad y también mejorar lazos con intención de poder ser aceptados en una de sus itinerancias (visitan varias comunidades durante una semana) y así, poder dialogar con la población y presentación del SJMR así como proponer la realización de las actividades que mencionaba más arriba. No obstante, antes de ir, para estar seguros de no llevar nada indeseado nos hicimos una PCR el jueves. Salió negativo. Bromeé con Terida: ¿te imaginas que las que dan negativo son ellas (Mara o Mirna) y que al final no podemos ir por eso? Eso fue lo que pasó, por desgracia Mara dio positivo y sé que ha pasado unos días malos pero por suerte ya está mejor. La tarde la pasamos recogiendo donaciones varias y planificando las visitas de la próxima semana, reuniones con las diferentes organizaciones.
De modo que no pudimos planear el ir y pasar ese fin de semana con ellas. Otros planes aparecieron. De momento, el viernes lo empecé asistiendo a una sesión formativa para el personal de varias organizaciones sociales. La temática era el acompañamiento de la población LGTB migrada, datos al respecto de esta, legislación brasileña y casos prácticos para mejorar la atención a dicho colectivo. Muy interesante, la verdad. Antes de la reunión de equipo, que sería online, aproveché para enviar unas cartas y de vuelta con el machacante calor reparé en una peluquería. Decidí espontáneamente que me cortaba el pelo (luego lo haría con mi primeriza barba ya sentado). Me atendió Juan, ya que es sabido, todo buen peluquero debe llevar ese nombre. Juan Peluqueros en Moncada, siempre presente. Este Juan no era español, sino venezolano. Muy majo, me estuvo contando que era fotoreportero en Venezuela y había sido raptado y encarcelado tras cubrir varias manifestaciones. Ahora en Brasil, país al que había llegado para estar solo unos meses (para llevarle unos documentos a s tía), se había convertido en barbero (oficio que ya conocía por un negocio familiar con el que se sacaba unas "perrillas" los fines de semana). Cuatro años ya viviendo en Brasil, deseaba poder volver algún día a su país. Su historia es la de muchos. Todavía no he escuchado a nadie que quiera quedarse, no porque la vida en Brasil sea más o menos dura, sino porque como en casa...en ningún lugar.
En la reunión decidimos ampliar una semana más la atención online porque los casos seguían igual de altos y también porque las demandas que habíamos atendido esta semana eran sobre todo informativas por lo que podían resolverse bien vía telemática. Más tarde volvimos al local de Nohemi en el que hicimos línea esta semana, yendo tres días seguidos. Allí nos relajamos un poco en la piscina aunque no tardó en llegar la lluvia torrencial y quedamos "atrapados" bajo el toldo de patio. Volveríamos (Terida y yo) al día siguiente junto a Yoslin y su amigo Julio quienes nos invitaron a comer en su casa ese sábado. A la noche, los hermanos Arquelino y João Luiz, así como María del SARES se nos unieron para ir, por fin (el primero había insistido bastante ya en Navidades), a La Finca. Era noche latina. Bueno, pasamos un rato agradable escuchando a un grupo mejorable pero sí, viendo bailes de mucho calibre. Dejo foto por aquí:
El últmo día de la semana fue tranquilo, con una rápida visita a la comunidad de João Luiz para comer con él mientras nos contaba las "aventuras" que había tenido que vivir, huyendo con sus equipos de sonido y antenas de un lado a otro para que la policia no se los confiscara. Al final tuvo que ir a juicio por su radio comunitaria (clandestina) que generaba demasiadas suspicacias entre los poderes de Minas Gerais, su región. Nos enseñó la antena que todavía guardaba en una esquina de su habitación como si de un trofeo de tiempos pasados se tratase. Dice que ahora no haría lo que hizo. Divina juventud.
Y poco más, ¡un abrazo!
Sergio
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