Semana singular donde ha habido variedad de acciones hechas y no llegadas a realizar. Destaca entre ellas, la visita al barrio periférico afectado por las lluvias torrenciales de hace unas semanas que siguen, afectando a esas comunidades.
La semana comenzó como lo hubiera hecho en condiciones normales, sin covid, (o con muchos menos casos, ¿cual es ahora la normalidad?) con bastante personas que llegaron a la oficina para ser atendidas. Si bien estábamos trabajando telemáticamente, atendíamos a quien llegaba sin saberlo.
En ese sentido, fueron dos mañanas de lunes y martes bastante atareadas, Kevin y yo mano a mano respondiendo a las demandas, fuera en persona o por teléfono/correo electrónico. A esta última modalidad le metí yo un buen repaso al hacer una limpieza/responder los más de 500 correos que se apilaban en la dirección de la oficina y en los que nadie, al parecer, había estado reparando. Ciertamente, con un flujo normal, no da tiempo a ello. El martes, en concreto, atendí a un hombre brasileño que buscaba trabajo desesperado, con su mujer ingresada en el hospital y sus hijos con ella por no tener donde estar mientras él iba puerta por puerta buscando alguna ayuda. Le creé un correo electrónico y le hice el currículo que envié a través de ese mismo correo a una lista de empresas con procesos de selección abiertos que Terida me dio. Aún así, no teniendo un ¨smartphone¨ ni por supuesto ordenador en casa, tampoco sabiendo muy bien como funcionaba la mensajería electrónica, ¿qué posibilidad tiene Cleuson (así se llama) de conseguir trabajo? Se llevó cinco copias impresas de su currículo que ya entregó (volvió hoy a ver si le habían respondido las empresas - no lo hicieron - y me lo comentó), y ¿ahora qué? La brecha digital, de conocimiento y también de recursos (disponer de los equipos) es brutal, la gente se queda fuera. Kevin le comentó esos días a dos venezolanos que vinieron a hacer currículos, que el mercado laboral no es injusto, sino competitivo. No sé yo. Lo que es seguro es que no todos parten de la misma posición, en esa competición.
Por las tardes el trabajo fue de otro tipo, de ¨archivo¨ como le gusta llamarlo a mi madre. Con Terida a los mandos, que aún pasaría unos días más conmigo en la casa, le metimos tremendo lavado de cara a la casa. Principalmente tirando todos los trastos que habían y cambiando algunas cosas de lugar. Además, hicimos una lista de enseres que hacían falta y hoy me llegó el primer regalo de reyes adelantado, la olla exprés largamente ansiada que tendrá gran impacto en mi dieta.
Vestido y a punto de bajar a la oficina el miércoles, Terida me recordó que era mi día libre. Grata sorpresa. Lo había olvidado. Me dediqué pues, esa mañana, a leer un poco y continuar mi estudio del portugués recientemente retomado. Después, recogimos la invitación que Yoslin nos diera semanas atrás y fuimos a su casa a cenar y ver unas películas. Samba y Vidas de Papel, ambas bastante recurrentes para con la realidad con la que lidiamos a diario.
El jueves fue la visita al barrio periférico afectado, de la mano del hermano Arquelino quien hace gran parte de su labor en esa zona, a la que llaman ¨área misionaria¨. Al final, los misioneros no han de irse fuera, a las miserias del interior, porque ya hay mucho trabajo por hacer en los márgenes de la creciente urbe. ¿Cuales son las periferias de España?
En este artículo se mencionan sólo algunas (las andaluzas):
Sinceramente, no creo que sean muy diferentes a estas. La Cañada Real es la prueba. Las vergüenzas del sistema están en todos lados. Os enseño ahora, las de este lado:
Luego fuimos a las casas de los Warao, paraba cerca. Aproveché para sacar otra foto de una de las últimas calles antes de topar con la selva.
El día terminaba con una rápida visita a un famoso local de zumos ubicado en el centro. Terida tomó una foto de Gabriel, Dimas y de mí. Ambos jesuitas nos habían acompañado durante el día. De recién llegada, el primero está de paso antes de ir a una comunidad indígena de Boa Vista. El segundo se queda aquí y colaborará con el SJMR por lo que, es posible, lo volveréis a ver por aquí.
Recuperar los bienes comunes, reivindicar el buen vivir
El sábado ya volví para casa y hablé con el hermano João Luiz para ver si podía pasarme por su comunidad al almuerzo de domingo. Accedió y allí que fui. Conocí al padre Silvio y por fin charlé de nuevo con el padre Ronaldo que pasó convaleciente unas cuantas semanas a causa del covid. De futbol e historia brasileña versaron los temas. Muy buen rato, van a hacer que quiera encalomarme cada domingo.
Cuando volví caí la lectura, esta mucho más corta, del boletín de actualidad migratoria en América. Muy recomendable porque aparecen noticias muy específicas que no se encuentran en los grandes medios. Como me dijo Rubén (a este paso tendré que poner bibliografía de citas de amigos) al leerlo, ¨no todo es Europa¨. Muy recomendable:
Para acabar, respondiendo a lo que un naquerano de Massarrojos me preguntó sobre cómo es el ambiente y la vida aquí, si hay o no mucha diferencia...
Decir que depende bastante de dónde vivas. Las ciudades conocidas de la costa (o cerca de ella) como son Río de Janeiro, São Paulo...son estilo europeo (por lo que me han comentado quienes son de dichas ciudades), en parte porque tienen muchos siglos de existencia (y colonización). Entonces, esa impronta europea se nota en la arquitectura y un poco el sentir de la ciudad. Más allá de la imagen de las favelas y la miseria de la que evidentemente, no son excepción. Ahora bien, yo estoy en la región Norte y aquí la cosa cambia. Aquí no hay ni la industria ni la extractivismo que dan dinero así que, las ciudades son mucho más pobres. En el centro te puedes encontrar elementos turísticos y centros comerciales hay ¨a pataes¨, más modernos que los de España pero por lo demás las casas, las calles, todo está mucho más descuidado. La sensación es de mayor pobreza y de desigualdad porque de golpe te encuentras urbanizaciones de muy alto ¨standing¨ junto a barrios muy empobrecidos. Hay muchísima gente vendiendo en la calle, aquí es muy típico, y también bastante gente pidiendo o viviendo en la calle. Las condiciones en las que están son peores que las que ves en España, más desnutridos, más sucios, etc. La gente trata de vivir de la misma forma, trabajo, deporte, ocio. Eso no cambia (la globalización homogeniza los modos e intereses de vida), sólo que el contexto es menos -en apariencia, es decir, visualmente- menos...no sabría decir, ¿agradable? ¿Salubre? La gente hace el contraste siendo muy hospitalaria, humilde, cercana. Ahí radica el valor y lo envidiable. Las condiciones materiales son peores y se nota. La diferencia pues, está en vivir con menos comodidad y más calidez humana aunque esta última va perdiéndose al paso que los extremismos políticos y odios varios aumentan. Por supuesto, esta solo es mi percepción particular y primeriza de una complejidad que no se describe en 15 líneas.
Abrazos,
Sergio
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