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Semana 25 - "A Amazônia é tensão"

Con esta frase, "la Amazonia es tensión", sintetizó Giovana el contexto en el que se enmarcaron los diez días que pasé conociendo Pará, siguiendo el curso del río Amazonas. Me gustaría que me acompañéis en este recorrido que ilustraré con imágenes al tiempo que, os cuento mi experiencia y expongo algunas de las grandes problemáticas de la región.

 

Día 1

El sábado 9 de abril me dirigí al puerto para embarcar en el São Bartolomeu V. Llovía bastante cuando llegué así que, me fue imposible hacerle una foto. Os traigo una que he encontrado en internet:

FB SA0 BARTOLOMEU IV, Pilot - Details and current position - MMSI 710001349  - VesselFinder

Elegido el lugar, siguiendo las recomendaciones de Giovana (que había elaborado un documento con varios consejos y lugares que ver, casi que me planificó ella el viaje), y colgada la hamaca (gracias a la ayuda de un amable compañero de viaje), estaba listo para zarpar. No obstante, pronto comprobaría que viajar en barco es un continuo ejercicio de paciencia ya que siempre, absolutamente siempre, hay retrasos. Esa es en parte, la gracia (para quien le guste) de este tipo de viajes, poder tomárselos con mucha calma.

Mi pequeño campamento base antes de que llegase el resto de pasajeros y quedase rodeado por un laberinto de hamacas:

El barco se dividía en tres "plantas", la primera tenía ventanas y aire acondicionado. Consecuentemente estaba petada. Encima también estaba el comedor allí por lo que había mucho ajetreo. Desaconsejable, "ahí solo se meten los gringos". Aunque la verdad, había también muchos brasileños.


La segunda planta no tenía los lujos de la primera por lo que estaba más vacía. Tenía eso sí, unos bancos en los que sentarse a contemplar el paisaje. Me aconsejaron que me colocase a la derecha y hacia delante, lejos del motor, los baños y la música, siempre a todo volumen, del bar del piso superior. Eso hice.

Por último estaba, en la parte elevada, el mencionado bar junto con una zona de bancos. Frecuenté bastante dicho lugar, porque al no tener techo, era el único espacio donde no me daba con la cabeza.


Tres horas después de lo estipulado, dejábamos atrás el puerto de Manaos.



Pusimos rumbo, en dirección al Encuentro de las aguas en donde el río Negro se una al río Solimões, conformando el río Amazonas. Antes de dejar atrás el río Negro, puede ser buen momento para introducir la primera de las problemáticas de esta región. A través de una historia que aconteció en este río.

La problemática es la lucha por el espacio y legitimidad entre la medicina cientifista -occidental- y los saberes medicinales indígenas. En el Alto Rio Negro, donde se ubica São Gabriel da Cachoeira (una ciudad de 45mil habitantes de los cuales el 80% de la población es indígena), la figura del "kumu" (para los blancos "pajé") tiene una centralidad clave en el ámbito de la salud. Encargados de atender los problemas de salud, los "kumuã" comparten los espacios institucionales con la medicina occidental. Sin embargo, no escapan a los recelos de los médicos "de verdad" que no dudan en limitar su actuación. 

Es en este marco en el que ocurrió la siguiente historia. En 2009 Luciene, una joven Tukana de 11 años, fue mordida por una serpiente en la comunidad donde habitada. Rápidamente (un día de lancha, así son las distancias en la Amazonia) trasladada al hospital más cercano, se consideró necesario el traslado inmediato al hospital de Manaos debido a su grave situación. Los médicos de la capital dictaminaron que su pie debía ser cortado (de lo contrario, moriría en tres días). Sus padres y ella misma se negaron. Los médicos negaron el acceso al hospital de los "kumuã" que vivían en la ciudad, argumentando que ellos habían estudiado 8 años para saber lo que hacían. Tras cuatro días sus padres lograron sacarla de ese hospital, entró en el hospital univeristario con vistas a estar siete meses internada. Allí pudo recibir los remedios medicinales indígenas de los "kumuã" y tras 45 días, recibió el alta.

Esta historia muestra el existente desprecio y desigualdad práctica en la que se encuentra la medicina indígena respecto de la occidental. Como dato, en Manaus hay un centro especializado en medicina indígena que año a año crece en el número de atendimientos. Podéis leer más sobre él en el siguiente enlace:

Kumuã: os pajés indígenas que atendem no centro de Manaus

Continuando con nuestra travesía, poco antes de que se cumpliera la primera hora a bordo, estábamos llegando al Encuentro. Ya podíamos ver a lo lejos el marrón del Solimões y poco a poco fuimos acercándonos...

 



Una pasada, ¿verdad? Aunque había quien me dijo que el Encuentro de las aguas de Santarém (ciudad a la que me dirigía) era mejor. En él se encuentra el río Amazonas con el río Tapajós. Más adelante llegaremos.

Ya surcando el Amazonas, me recosté en mi hamaca y seguí leyendo el libro de Fábio Zuker en el que se basan la mayoría de sucesos que voy a relataros. ¿Vamos a por la siguiente? La que voy a relataros no depende tanto de la acción humana, ¿o quizás sí? 

Si en lugar de haber continuado en dirección al Atlántico, hubiéramos comenzado a remontar el río Solimões, habríamos terminado pasando por la ciudad de Anamã. La ciudad que pasa la mitad del año en el agua, y la otra mitad en la tierra. Y en el agua es, literalmente, en el agua. El hospital pasa dos meses completamente inundado e inutilizado. ¿Falta de previsión? Lo cierto es que la ciudad está planificada, prevista...en base a unos datos que han quedado desactualizados. Y es que, tres de las cinco mayores inundaciones que se han registrado desde 1903 se han producido a partir de 2009. La frecuencia de las inundaciones extremas ha pasado de ser cada veinte años a ser cada cuatro. Hay varias hipótesis científicas (relativas al calentamiento global) al respecto y son muchas las consecuencias perjudiciales para la población. Sin entrar en ellas, sobre las segundas se puede leer más aquí:

Anamã, cidade que vive o extremo da cheia e da seca 

La noche no tardó en caer y a eso de las 21:30 (habíamos salido a las 14:00) llegábamos a la primera parada. La ciudad de Itacoatiara:

Al llegar a cada puerto, siempre habían vendedores que o bien entraban o bien vendían desde el muelle subiendo los productos de esta forma:


Una cosa que causaba bastante impresión al viajar por la noche y quedar alejados de los centros urbanos era la absoluta oscuridad que nos rodeaba. Éramos el único ser "viviente" que alumbraba en una vastísima extensión a nuestro alrededor.

 

Día 2

Temprano, a eso de las 7:00 llegamos a Parintins, la ciudad famosa por su festival de los bueyes. Historia que tiene miga, es tal la rivalidad que para evitar conflictos el ayuntamiento hubo de limitar el recorrido de los dos grupos rivales, dividiendo la ciudad. Había gente que se mudaba sólo por estar del lado de su "buey" (rojo o azul, Garantido o Caprixoso respectivamente).



El tiempo en el barco pasaba apacíblemente. Admirando las vistas, leyendo, escribiendo cartas, comiendo...en este primer viaje tuve poca conversación. Solo charlé más con Roberto, boliviano, que junto a su primo estaban siguiendo (como no se cansó de repetirme) el viaje que antaño realizase mi coterráneo Gonzalo Pizarro. Es decir, estaban navegando el Amazonas entero. Desde Perú hasta su desembocadura. 

Hablando sobre cuestiones migratorias con él, arribamos poco antes del mediodía a Juruti.



Más tarde, llegamos a Óbidos, última parada antes de Santarém:



Habíamos dejado atrás el estado de Amazonas y estábamos ya en el estado de Pará. Este estado, todavía amazónico, está sufriendo la deforestación (en su zona sudeste) más rápida de la región. Si antaño el enemigo era el café, hoy lo es la soja. Producto estrella en el mercado europeo.

La deforestación de grandes hectáreas de selva amazónica para la creación de grandes áreas de monocultivo afecta de forma determinante a quienes operan en la lógica de la agricultura familiar ya que los agrotóxicos empleados en estas grandes plantaciones afectan tanto a los cultivos tradicionales -no adaptados a ese tipo de elementos químicos- como a la propia salud de quienes viven cerca de estas áreas (hasta el punto que, hay tesis que consideran que los habitantes amazónicos están siendo más envenenados incluso que la propia naturaleza). En ese sentido, las demarcaciones de reservas, áreas de territorio indígena, etc se erigen como los bastiones de defensa de la selva.

Eso sí, no solo desde la tierra se destruye la región sino que también desde el agua se está consumando la devastación en nombre del progreso (auspiciado todo, siempre, desde el prisma de nuevos puestos de trabajo y riqueza para la región que en la práctica resulta inexistente). Hablo en este caso de la que tienen montada en el puerto de Santarém, al que ya casi hemos llegado. 

Primero vino el atardecer y el descubrimiento de unos baños traseros que permitían lavarse los dientes viendo el sol ponerse.



No demasiado tarde, tras 30 horas de viaje, llegábamos a Santarém. Allí me encontré con el padre Vanildo, el único jesuita que quedaba en la comunidad en la que me alojaría los siguientes días (uno más de lo planificado, por la frecuencia de barcos). Con él visitaría algunos de los lugares de la ciudad.

Día 3

Junto con Vanildo, visité Alter do Chão. Municipio cercano a la ciudad que se dice, cuenta con las mejores playas fluviales del mundo. Ahora bien, nos encontramos en el "invierno amazónico", también, época de inundaciones por lo que los ríos, en este caso el Tapajós lo inundan todo. En las imágenes podéis ver los techos de los chiringuitos de la famosa Ilha do Amor, la isla por supuesto, completamente sumergida.






La comunidad jesuita de Santarém estaba en plena mudanza por lo que por la tarde, ya que habían tenido la amabilidad de acogerme, ayudé con la mudanza. La ciudad, pequeña, bastante más agradable que Manaos.


Día 4

No sé si recordáis cuando hablaba del puerto un poco antes, este día empecé el paseo por la propia Santarém por la zona del Cargill, el moderno puerto que construyeron hace unos años. Además de la contaminación que supone el tránsito de barcos de gran envergadura por el río, los desperdicios que acaban en su cauce, me enteré de que para que puedan navegar, se hace necesario sacar del fondo fluvial las grandes rocas. En dichas rocas es donde los peces se reproducen. Cada vez, pues, menos y más contaminados. Nuestro protagonista.


Sobre el Cargill y sus efectos, mirad: Sem licença para destruição

Antes de pasar a poner algunas de las fotos de fui tomando durante el paseo, y por no aburriros con el recorrido que hice, sólo comentar que visité el Colegio Santa Clara (donde se creó la congregación de la que forman parte Mara, Mirna y Zenilda, las mejores anfitrionas de Nossa Senhora de Fátima). Comento esto porque en la época de su fundación en Pará se estaban sucediendo unos acontecimientos de verdadero interés histórico. Una revolución de las clases populares que supuso la toma, efímera, del poder y la muerte de un 20% de la población total del estado de Pará:

Cabanagem, movimento popular amazônico

En cuanto a Santarém:

 




¿Hay alguien ahí? 

No llega a verse bien ni desde lo alto el Encuentro de las Aguas a través de la cámara. Ya cuando pasé por encima, era de noche así que, es lo que hay...



Día 5

El día con el que no contaba en mis planes, en esta ciudad. Con Vanildo fuera y tras unos intentos infructíferos para hacer algún plan acompañado, al no salir la cosa, decidí tomármelo como día de descanso. Seguramente no vuelva a pasar por aquí en mi vida y está claro que se podría haber "aprovechado" mejor pero uno tiene sus bajones y nunca viene mal hacer un alto en el camino. Con la casa tranquila, me dediqué al noble arte de descansar (e intentar no rayarse).

Uso esta parte para dejar una curiosidad que bien podría ser ficción pero no, es la realidad. O lo quiso ser. La utopía del magnate Ford:

Fordlandia, la ciudad utópica que alimentó el sueño de Henry Ford en pleno Amazonas 

 

Día 6 

Con la mañana para comprar y preparar la comida que llevaría en el siguiente viaje en barco, tuvo cosas de sobra por hacer. Al terminar, partí para el puerto DER donde embarcaría en un barco que ya me habían avisado -los que hacen esa ruta Santarém-Belém siempre lo son- menos moderno. Concretamente era este, el San Marino II

Frota de navios – Amazon Star Turismo – Ecoturismo na Amazonia

La única diferencia, en realidad, es que la parte superior no estaba techada, que no había planta "pija", ni tenía bancos donde sentarse. Por lo demás, en la hamaca uno estaba igual de cómodo.

Pero no me adelanto, que primero tuve que esperar en aquel "puerto", más un embarcadero de tierra. Llegué demasiado pronto, pecando de forastero totalmente, y el barco llegó tarde, cumpliendo la normativa local.


Ahí de pie esperé unas cinco horas. El programa de radio al que ando adicto me facilitó la espera. Ya que estoy os dejo por aquí el capítulo que justo escuché en aquel rato:

 


Cuando anocheció ya me puse al abrigo de un grupo de personas. Con una de ellas, estuve charlando y luego me ayudó a saber donde exactamente tenía que esperar al barco que ya llegaba.

Repetí método para elegir el lugar y me sorprendió escuchar a más de una persona hablando en español. A la mañana siguiente me enteraría de que estaba rodeado por una familia colombiana, otras dos venezolanas e incluso hasta un español, andaluz de Castellón con el que trabaría mucha amistad.

 

Día 7

Aquí ya perdí la cuenta de las paradas que realizábamos, porque la verdad, dormí bastante. Sé que a media mañana llegamos a Almeiria. En esta ocasión íbamos mucho más amplios de espacio todos.




 

No fue hasta la tarde-noche, en realidad, que descubrí que viajaba junto con un compatriota. No se hizo de rogar mucho el pretexto para entablar conversación con él, con Mario. Entretanto oscureció y nos acercamos a la ciudad de Gurupá.


Cuando vi este barco me extrañé porque prácticamente todos funcionan con hamacas y sin camarotes pero al fijarme más de cerca, vi que era un barco-ambulancia-hospital (imagino). Aquí carreteras pocas.

Nos tiramos Mario y yo un buen rato hablando y se nos unió un brasileño vecino suyo de hamaca, Gabriel. Para no molestar al resto de pasajeros subimos arriba, justo para presenciar nuestra entrada en el estrecho de Breves. Y es que, aunque en el mapa no aparezca y hubiera quienes pensábamos que llegariamos al Atlántico, nada de eso. Los ríos amazónicos tienen sinuosas sendas por las que llegar a prácticamente todos los lados (salvo en la época de seca) de modo que, tomamos ese atajo que nos conduciría hasta el río Tocantins que da nombre a un estado brasileño y baña las costas del que era nuestro destino, Belém.

Aquí podéis ver con "detalle" el recorrido que realicé en barco aquellos días. Me dijo Mario que en total desde Manaos a Belém hay 1300km en barco. Unos pocos más que de Tarifa a Girona en coche. Os sugiero que miréis algún mapa enfocando esa zona de "tierra" que "mágicamente" atravesamos:


Fue una pena no poder fotografiar el estrecho ya que me comentaron a la mañana siguiente que hubieron momentos en los que algunos barcos tuvieron que echarse a un lado porque la angostura era tan pequeña que no pasábamos. Dormí hasta que ya habíamos salido de él. Ni la ciudad de Breves pude ver. Maldita hamaca, invento del demonio, ¿por qué eres tan cómoda?

Huelga decir que durante aquellos días navegando, no había conexión a internet excepto en los pocos y rápidos momentos que pasábamos parados en algún puerto. Es por ello que tras abandonar el estrecho de Breves perdí la noción geográfica en la que nos encontrábamos. De ahí que no pueda ubicar mucho las siguientes fotos, donde vimos una serie de comunidades ribereñas. Me imagino que estaríamos por el Furo Santa María.





En un momento dado, nos acercamos a una parte más poblada. No tardaron en salirnos al paso lanchas que se aproximaban y pegaban a nuestro barco.


 
 
Esta en concreto lo hizo para vender açaí y gambas que junto con farinha (de yuca), es un plato estrella en la región.
 

En el pallet que nos servía de espacio para la vida comunitaria en el barco, los brasileños nos invitaron a los dos "de Barcelona" (se quedaron con eso cuando les explicamos donde quedaba Valencia) a comer ese famoso plato del que os acabo de hablar.




No puede quedarse sin mostrar, la hamaca inspirada en un traje de flamenca que tenía una vecina.

Por la tarde llegamos ya al cauce principal del río Tocantins y la proximidad del océano se hizo notar con un oleaje importante. También se veía ya en esta zona el tránsito de buques mercantes.



No fuimos directamente a Belém, por la vía más rápida, sino que nos metimos por otro canal que llevaba a la última parada. La ciudad industrial de Barcarena. Algunas fotos de la última parte del viaje en barco:




 







Llegamos a Belém pasadas las 23:00 y fue el momento de la despedida de los compañeros de travesía. No he contado aún que la familia venezolana, vecina de hamaca, tenía dos hijos. Uno de ellos, Oscar, me jugo una buena. El cabroncete, mientras leía tranquilamente, me vino a decir (con toda seridad y cara de bueno) que esa mañana al ir al baño había visto que tenía un bicho en la cara (que dormía con la boca abierta, encima cachoándose el tío). El caso es, que el bicho era verde, así muy feo y había estado mucho rato en mi cara. Que quizás me había puesto huevos. El mal rato que pasé pensando que tenía leishmaniasis, hasta que Oscar se descojonó, no se lo deseo a nadie. Fueron 20 minutos muy tensos.
 
Llevaba dos años y medio viviendo en Manaos y toda su familia se mudaba ahora a Goiás. Estaba un poco preocupado porque no sabía si encontraría amigos allí. Le dije que podría seguir manteniendo el contacto con sus amigos de Manaos. Me respondió que bueno, solo tenía uno en realidad. Cuando hablaba de Venezuela lo hacía en un pasado, como si fuera remoto, sin opción de volver a él. No debe ser fácil pasar tu infancia en movimiento, migrando. Nos cogió mucho cariño a Mario y a mí, entre lloros viendo como nos marchábamos del barco. Habíamos sido sus amigos españoles.
 

Lo cierto es que, Mario y yo nos fuimos de aquel barco no muy convencidos. Belém, como Manaos, es una ciudad peligrosa y a esas horas, ni te cuento. Las familias decicieron quedarse en el barco a pasar la noche. Si nosotros no lo hicimos era porque yo ya tenía alojamiento y Mario había pillado justo antes un hostal. 

Nos dirigimos en taxi hacia la comunidad jesuita en la que me alojaría. El hermano Davidson, quien había sido mi contacto, no me respondía a los mensajes (luego me enteré que estaba de misión en la Ilha de Marajó, sin cobertura claro) pero yo confiaba en que llamando al tiembre alguien me abriría. Equivocada conclusión. Me habían dicho que la comunidad era muy grande, por eso pensé que habría alguien para abrir. El problema era que grande también eran las instalaciones y allí nadie respondió. Suerte que el taxista se quedó esperando a ver si entraba o no (gilipollas de mí, le había dicho que podía seguir y dejarme atrás) y acabé yéndome con Mario a su hostal.

 

Día 8

Ya a la mañana siguiente, una vez logré contactar con otro jesuita y dejar mis pertenencias en el cuarto que me habían preparado, aproveché que Mario no seguiría su camino hasta la tarde, para visitar la ciudad con él. Lo que viene a continuación son una serie de fotazas que hizo él y que narran visual y cronológicamente, nuestro paseo.

Su IG es: @marioggarcia


























Al volver a la comunidad jesuita, conocí al hermano Edmun con el que estuve conversando. Él nació en una comunidad indígena del Alto Solimões y me explicó algunas de las cosas que ahora, comparto con vosotros.

Sobre Belém me comentó que era la capital histórica de la Amazonia, por más que el título se lo dispute Manaos por su centralidad geográfica (hola Madrid). Tanto es así que esa conciencia amazónica queda claramente reflejada en la cantidad de zonas verdes que tiene Belém en comparación con el exagerado número de grandes centros comerciales de Manaos. Me contó que si Manaos había crecido tanto era porque en tiempo de la dictadura militar, esta trató de potenciar la ciudad usando su zona franca y área industrial (producto de la explotación colonial, durante siglos, del caucho) como polo de atracción de empresas internacionales como Honda y similares. La fórmula escogida para reactivar la región fue inyectar todo el músculo económico en un solo centro urbano, generando una expansión rápida y a la vez muy desordenada. Las gentes del "interior", que ni vivían ni viven situaciones idílicas, se lanzaron literalmente a invadir cualquier trozo de tierra próximo a la ciudad. Cambiaron una pobreza por otra y en su desesperación, aumentaron el tamaño de ese tumor que amenaza con su expansión, la destrucción de toda la región. La vida en la Amazonia, en la mayoría de los casos, sigue siendo miserable.
 
El gran problema es que el paradigma desarrollista sigue calando en la población. Ello hace que se logre convencer a las propias comunidades indígenas, de que planten soja en sus tierras. Sin que se cuestione lo que eso supone. Depender del mercado internacional, externo, y dejar no sólo de producir los cultivos tradicionales (que si lo son es por su adaptación a dicho medio natural) sino también alimentos diversificados con los que poder garantizar la propia soberanía alimentaria. Además, las infrastructuras que se necesitan para transportar la producción a los puertos, para su venta global, supone mucho más que construir "simples" carreteras. Edmun dice que las carreteras en la Amazonia generan "espinas" de pescado, es decir, allá por donde pasa una carretera, se van abriendo otros "ramales" secundarios que se adentran en la selva. Es progresivo, no hay forma de evitarlo.

Sobre la situación de las comunidades indígenas en el área del Alto Solimões me contaba, a colación del ya comentado envenenamiento de la población y medioambiente por los agrotóxicos de los monocultivos; que en su zona, sufren especialmente la contaminación por el mercurio que usan los "garimperos". Me decía, era increíble el engaño (fuera por cohacción o soborno) en el que entraban las comunidades que incluso protegían esas actividades extractivistas. Literalmente, prefieren comer "pollo congelado" que no el pescado de sus ríos. No queda otra, los peces están envenenados. Sobre esto también me habló de la "neolengua" que se usaba en los debates nacionales en los que se habla de "minería artesanal" para referirse a los "garimpos" o "defensa agrícola" para hablar de los "agrotóxicos".

El turismo, como economía extractivista que es, también asola su región. Las experiencias, packs turísticos, de visitar comunidades indígenas y asistir a rituales se han convertido en una farsa teatral que va perdiendo el valor original en pos del beneficio económico. No todo puede ser visitado, ni conocido. El ser humano tiene muchos límites y no podemos pretender abarcarlo todo, consumir al máximo (incluso los ritos privados de muchos pueblos), hasta la extenuación. Otros elementos culturales también son modificados por cuestiones del lucro. Su comunidad, que nunca había plantado hojas de coca, ahora lo hace (es legal en las áreas indígenas) como parte de un negocio con el narcotráfico colombiano. 

En fin, mejor voy parando que me embalo. Aque día también vi de nuevo a...no recuerdo el nombre pero es un jesuita con el que me crucé mi primera semana en Manaos. Hace ya 6 meses. Como pasa el tiempo. Me queda por aquí menos de lo que ya he pasado.
 

Día 9

Ayudé a Edmun con algunas labores de la casa, se encarga de las compras, y de paso visitamos el portal da Amazonia, entre otros lugares, mientras conversábamos. Tampoco hice mucha foto porque después de que viérais las de Mario, iba a quedar muy mal jaja pero fue un día agradable ya viendo de reojo la vuelta.




Día 10

LATAM me había cambiado el itinerario y de ser vuelto directo, pasó a tener escala en São Paulo. Eso recortó las horas de las que disponía aquel día. Solo pudiendo visitar con dos novicios, el jardín botánico. En cualquier caso, ya tenía ganas de ir volviendo a una breve rutina (porque tengo otra salida cerca -ya la comentaré en su momento-).

Para concluir os dejo dos fotos desde el aire, una de Belém:


Y otra de, parcialmente, São Paulo que sinceramente, me pareció un cementerio. Con los edificios siendo las lápidas de una estepa de cemento. Con seguridad es mucho más que eso pero, fue mi sensación. No soy muy de ciudades de tantos millones de habitantes...


El día que volví a Manaos, 19 de abril, es un día muy importante en Brasil. En la próxima entrada os cuento cual es la lucha.

Abrazos,

Sergio





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