Casi terminando el año, cerramos la última semana de trabajo en la oficina con algunos cambios, momentos varios y por supuesto, celebración de los días señalados.
Como ya avancé en la entrada anterior, empezaba la semana enfrentándome a una horda de niños y niñas a los que hubo que ir ganándose poco a poco (más cuando son tan numerosos). De entrada, pasan de tu cara en las presentaciones aunque ya cuando jugué con ellos al "pañuelito" y la "bañena", me pedían que "por favor, profesor queremos jugar al futbolito". No había balón así que, a pintar con la peli Coco de fondo. Todo esto, porque Jaqueline (sí, todavía estaba y aparecerá aquí ya in extremis) y yo nos encargamos de las "crianças" en la actividad organizada en la casa retiro con varias familias Warao, que en total sumaban perfectamente más de 60 personas. El día consistió en un ritual (en su árbol sagrado que tuvimos que engalanar con cintas*), comida comunitaria, misa y finalmente entrega de cestas básicas. Cuando tocó el reparto de algunos regalos a los niños, aquello parecía una cabalgata. Siempre es difícil llegar a todos y las madres nos pedían para los hijos que habían dejado en casa. Que incómodo es decir que no. Los repartos extraordinarios, si no son conocidos y estipulados de antemano por quienes van a beneficiarse de ellos, ponen al que "da" (que es un mero peón, por más que se le atribuya responsabilidad) en una situación, a veces, desagradable. Y bueno, este fue el lunes, bastante largo. Acabó con la despedida ahora ya sí, de Jaqueline que cogió su avión a la noche.
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Martes y miércoles fueron días bastante similares ya que, sin atendimento, Kevin y yo nos ocupamos (más él que yo, para ser honestos) de subsanar los errores que se habían producido en la base de datos a lo largo del año. Básicamente completar los perfiles de usuarios en los que habían campos vacíos o errados. Las únicas dos variaciones en este itinerario fueron nuestra visita a la sede del CETAM para recoger los certificados de los cursos que se imparten en la oficina (de paso, Kevin, que había estado en prácticas allí estuvo charlando con sus antiguas compañeras) y la travesía por el sofocante mediodía en busca de un centro de salud en el que yo pudiese sacarme la tarjeta sanitaria (ahora que al tener el dichoso CPF ya puedo hacer). La primera fue un éxito y la segunda un fracaso, caminamos a dos centros distintos y en ambos recibimos la misma respuesta "el sistema está caído y no se puede hacer. No sabemos cuando se podrá". Lo típico. De vuelta a la oficina, Kevin batalló con el sonido castellano /ce/ que era incapaz de pronunciar. Alumno obstinado, al final, lo logró y en el intento nos reímos unas cuantas veces.
A lo largo de las tardes de estos días me había dedicado a
ir "transformando" la casa, y muy especialmente mi habitación que por
fin siento "mía" (ya está tuneada tope guay, chaval). Algo que desde
luego ayuda, ahora que me espera un tiempo incierto de ser el único
morador.
El jueves teníamos la "confraternización" del equipo, trabajadoras y voluntarias. Eso hicimos, tras unas palabras para dar paso al picoteo, comimos y luego nos trasladamos al auditorio donde unos cojines estaban estratégicamente colocados. Sentados o tumbados escuchamos la música y lo que Ludimili nos decía. Por causa de la lluvia no pudo venir el padre David así que pasamos a realizar una dinámica previa a la tómbola final que precedió a las fotos de rigor. Todo correcto.
La Nochebuena íbamos a pasarla Terida y yo con los jesuitas de la comunidad Burnier (junto a la casa de retiro, en donde dormiríamos esa noche). Para ser buenos invitados, decidimos preparar y llevar alguna comida. Terida me comentó que en Venezuela es muy típico en esa fecha el "pan de jamón" de modo que, habló con un venezolano que los prepara. Normalmente él los envía pero Terida había hablado con él que quería conocer su casa, donde vivía con su esposa. Él accedió, claro. Horas más tarde, Terida se lamentaría de que no la hubiera hecho desistir de su idea. El jueves por la tarde tomamos un Uber (muchas veces 99 pero esto es como el yogur que es Danone sea cual sea) y nos dirigimos a la céntrica calle donde vivía el matrimonio cocinero (ella es repostera). Al llegar al destino, Terida le comentó al conductor que mejor nos dejase un poco más adelante. Quería pensar que las indicaciones del GPS estaban erradas y bajamos más adelante, preguntamos a la gente y pronto quedó claro que no, que la casa donde vivían era ese edificio cochambroso con una serie de personas nada amigables apostadas en la entrada. Como el hombre no respondía al teléfono decidimos hacer unas compras en un supermercado cercano, esperando la respuesta y última confirmación. Sí, respondío, ese era el piso. Para allá que nos dirigimos, no muy convencidos (yo me preguntaba si tan bueno estaría ese "pan de jamón" para asumir el riesgo). ¿Qué pasó? Pues...que nos dimos la vuelta antes de cruzar la calle. "Era meterse en la boca del lobo" dijo Terida. Media vuelta y para el centro. Lo que tampoco era tarea fácil, el cielo ya oscurecía y ninguna calle parecía ser buena opción. Atravesamos el "mercado de la banana" (al que por cierto, fui el primer domingo con Agnaldo y João, como cambian algunos lugres sólo por ser de día o noche) y salimos al puerto donde había gente entrando y saliendo de los muelles. Mejor, pasábamos más desapercibidos. Ya en el autobús, hablamos sobre la inseguridad. Sobre como "embrutece moralmente" porque ya no es solo que sea desagradable sentir intranquilidad o miedo sino que la inseguridad te hace deshumanizar a las personas, no confiar y juzgarlas de antemano. Diré más, es caldo de cultivo para el racismo. Yo mismo, en alguno de estos paseos que semi-nocturnos que espero no repetir, me he sentido más intimidado cuanto más negra era la persona. Porque sé que entre las personas excluidas los blancos son minoría (al menos aquí), y quien te va a robar sino alguien que lo necesita (o en cuya situación no tiene mucho que perder). Y es una mierda, la verdad, porque aunque uno pueda razonar los motivos, en el subconsciente lo que queda es "blanco = menos miedo" y "negro = más miedo". La inseguridad pues, es un tremendo obstáculo para la igualdad en tanto nos separa física y psicológicamente.
Cambiando de tema, los días que siguieron fueron muy buenos. Cuando el viernes llegamos a la comunidad jesuita nos pusimos a cocinar Terida y yo, junto con el hermano Arquelino. Yo me encargué de hacer unos pimientos rellenos, que debo decir, quedaron "que te cagas" y unas tortillas de patatas (aquí ya yo crecido y creyéndomelo) que bueno, progresan adecuadamente. Tras una misa, ¿mi primera misa de Nochebuena? con unos tintes tremendos a teología de la liberación y tras habernos encontrado con Jobson, volvimos ya todos para darle buena cuenta a la cena. Además de los padres de la comunidad habían cinco estudiantes de teología entre el grupo. Un estadounidense (con raices cubanas), un cubano, un mexicano y dos hombres de Timor Este (lo siento, no conozco el gentilicio). Sobre estos dos, decir que me sorprendió que pudiese comunicarme en portugués con un "asiático/oceánico", y es que es lengua oficial en su país. Ay las colonias...
La cena fue muy entretenida e incluso tuvimos momento de improvisación, ya que Michael (el estudiante estadounidense) es rapero. Aquí os dejo su canción más famosa:
El grupo, a excepción del padre Emilio que se fue antes, lo componía esta gente buena:
Arquelino y Alex están abajo en los extremos izquierdo y derecho respectivamente
Terminamos a "altas horas de la noche" (a la 1:30, no os asustéis) y lo cierto que, cuando me quise dar cuenta ya era sábado. Tomamos el desayuno en la comunidad y tuve mi primera sesión de acompañamiento con el padre Alex. Muy positiva. Comimos, Terida, Arquelino y yo en casa de los padres de Alex. Luego nos fuimos al río pero en lugar de ir a la playa de Punta Negra (que ya os he enseñado por aquí), Arquelino quiso ir un poco más lejos, cruzando el archiconocido puente:
Comentar que pasé bastante horas de copiloto de Arquelino y este me habló de muchas cuestiones referentes a los pueblos indígenas (él lo es), a la riqueza de conceptos para definir detalles del río y a su trabajo como mediador intercultural durante tres años, en el precario lugar (sin luz ni agua) en el que vivían más de dos mil personas Warao hasta poco. De como la policía irrumpía en las instalaciones a la mínima y bueno, de muchas cosas, como el trabajo infantil en régimen casi esclavitud en las explotaciones de babaçú.
Cuando cruzamos el puente y fuimos recorriendo la tierra "al otro lado del río", lo que veía fue muy recurrente. Fue como entrar en un "museo" de la "precolonización", es decir, ver las primeras etapas de "conquista" de la naturaleza e implementación de la "civilización". Prácticamente no había nada construido (algunas pocas urbanizaciones y proyectos de nuevas ciudades que por ahora solo son grandes carteles) pero había dos cosas que sí estaban y que son fundamentales para toda colonización. Carreteras y gasolineras. La base, gasolina como motor y cemento como medio con los que traer el "progreso". Arquelino nos dijo que la nueva ciudad universitaria tenía su construcción planificada en aquel lugar. Supongo que querrán sacarle partido al puente. A lo que no van a sacarle partido es a la naturaleza, a la cual le va quedando menos tiempo por allí.
Llegamos a un río bien majo y nos dimos el esperado baño. Dejo algunas fotos.
Ya a la vuelta dejamos a Terida en su casa y nosotros nos fuimos a recoger a algunos estudiantes, todos ellos se venían con nosotros al cine. Para ver Matrix 4. Dato positivo de Brasil, todas las entradas de cine tienen 50% de descuento por ser estudiante. Dato negativo, me debieron ver cara de viejo y no me la sacaron con descuento porque pensaban que no era estudiante. Yo, joven flor de 25 primaveras, que estamos hablando de que los estudiantes de esta historia pasan los 30 por bastante algunos (para llegar a Teología en la compañía hacen falta 10 años). En fin, paridas mías.
El domingo fue un día sencillo, dedicado fervosamente al noble arte de descansar.
Hasta aquí la última entrada de 2021, espero que estéis teniendo felices fiestas y nos vemos en 2022, ¡feliz año!
Sergio
Sergio José, gracias por escribir, repasso contigo Los momentos vividos y ciertamente Ha sido una semana Buena. Eres una buen companheiro. Aun no termina este ano te hara falta comentarmos tu última semana, mas leve Pero seguro algo tendras que contarmos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTerida, al final me vas a rebautizar con tu "Sergio José" jaja
EliminarTú también eres una compañera espléndida, me alegra que sigas con interés el "diario". Nos vemos pronto ;)