Penúltima semana de trabajo, própiamente dicho, que se aprovechó y mucho. Un primer l'obligació i després la devoció de manual.
La semana iba a ser movida por las acciones externas que teníamos martes, miércoles y jueves. Junto con trabajadores de la Pastoral del Migrante, Mikely y yo nos dirigimos aquellos dias a varios lugares. La Pastoral iba a ofrecer unos apoyos para cuestiones de salud mientras que nosotros tramitariamos solicitudes y renovaciones del protocolo de refugio.
El martes fuimos al último barrio de Manaos, Viver Melhor, donde casualmente residen tanto Mikely como Gladys. Ya sin Yan Carlos que comenzaba su primera semana de trabajo y con los nuevos voluntarios todavía entrando dinámica, solo pudimos ir nosotros dos. Nos las apañamos:
Al lado de la iglesia donde realizamos los atendimientos, había una comunidad de religiosas. Cuando me vieron avisaron a su compañera polaca que había uno de su especie por ahí. ¡Los Ents existen! En fin, nos invitaron a merendar con ellas y fue una agradable forma de cerrar la tarde.
El miércoles le tocó al abrigo SAIAF que no está tan lejos ni era la primera vez que visitábamos. De hecho hay una entrada donde hice bastante el canelo en esta misma sala:
Fue un poco más complicado el atendimiento aquí porque el espacio es pequeño, no paraba de entrar gente e interrumpir cuando estaba dándole una explicación a alguien y bueno, las rencillas y tensión que se respiraban entre algunos. Es lo que tiene convivir "forzosamente" con tantos extraños con sus respectivos problemas y difíciles cargas. No son sitios idílicos, desde luego.
El agente de seguridad que había en recepción nos pidió una foto para el registro (como en todos los abrigos gestionados por el Estado). Con Mikely la línea de flotación si que no es la misma jaja
A la tarde, ya en la oficina, se pasaron Carlos y Carmen por allí. Una pareja a la que atendí al poco de que llegaran y con la que prácticamente he hecho todos los atendimientos. Registro en la PAS, currículo, carteira de trabalho digital, documentación, inscripción en el curso de portugués...
Les acabé comentando que me quedaban pocas semanas por aquí y tras su sorpresa me agradecieron el trato que les había brindado. Había conseguido animarles en la confusa llegada y luego seguí acompañándoles. Sus palabras me dieron bastante sentido, especialmente ahora que "todo cambia" y cuesta asimilar la pérdida.
La última salida, el jueves, la hicimos a otro barrio bastante alejado de la Zona Leste. De esos construidos hace tan poco que todavía se ve claramente el rastro de la selva y en donde, es demasiado pronto para otros colores que no sean los anaranjados ladrillos.
En esta ocasión no solo estábamos con la Pastoral del Migrante sino también con una trabajadora de la OIM que fue a dar una charla sobre acceso a los diferentes centros de salud. Hubiera sido bueno que también diera unas citas previas para renovación de residencia temporal pero parecen estar empeñados en trabajar solo en el PITRIG sin colaborar con nadie más. Y las filas afura, cada vez mayores, ya desde las 14:00 de la tarde comiéndose un sol terrible...
Me voy, tampoco estábamos en esta acción solos Mikely y yo. Nos acompañaron los voluntarios Paulo Felipe y Alexander (el que está junto a mí). Con él conformé un tándem inesperado la mar de productivo. Sobre todo porque Alexander las pillaba todas al vuelo y se adaptó super rápido (a la vuelta a la oficina incluso hizo un atendimiento completo él solito sin problema alguno). La verdad que ya lo veía como el "fichaje revelación" de este nuevo grupo y con más razón lamento los motivos que esta misma semana le han llevado a tener que centrarse en asuntos más prioritarios. Ánimo compañero.
Por la tarde, Fernando había preparado una presentación con la que explicarnos a todo el equipo (a excepción de Ludimili que está de vacaciones) el nuevo proyecto que ha sido aprobado y que va a "revolucionar" la oficina durante los próximos 10 meses. El personal dobla su número y se trabajará en un área nueva. Buenos retos para el esperado siguiente Volpa. ¡Estaremos atentos!
Al final, Fernando tuvo a bien tirar de la (mi) cuerda para que comentase que el mi último día de trabajo sería el 2 de septiembre (para poder preparar el cierre y las despedidas con el tiempo y atención que merecen) lo cual debía haber anunciado antes pero no había hecho. Como vengo repitiendo, por más que sabido y deseado, no es fácil cerrar ciertos capítulos. Se le agradece la ayuda.
En realidad la reunión de la que hablaba no fue casual y es que el viernes recibiamos en la oficina a varios responsables de USAID (el financiador) de modo que había que estar listos.
Por mi parte, no iba a estar presente ya que había sido invitado a un plan que no podía rechazar (dado lo singular y cercanía del fin). El hermano Arquelino, Dimas y Plinio (a quien conocía por primera vez) se demoraron unas horas lo que permitió que participase de la comida que había preparado Mikely. Exquisita, pero a la española.
¿A dónde iba con los jesuitas? Pues no demasiado lejos ya que era para volver al día siguiente. Cruzaríamos el puente sobre el que veo ponerse el sol todas las tardes (bueno, en realidad cuando se pone suele estar en llamada con la novia que la diferencia horaria apremia pero qué luz! El naranja sienta tan bien) y que une la ciudad con una extensión de tierra que separa los ríos Negro y Solimões. La utilidad del puente está muy cuestionada ya que solo conecta con dos pequeñas ciudades. La primera Iranduba, la segunda Manacapuru. A esa última íbamos, ya a orillas del Solimões.
Anteriormente solo una vez había cruzado al "otro lado", también con Arquelino eso sí. Allá por diciembre: Semana 9 - Reestructuración navideña
Llegamos a Manacapuru a la tarde y tras una merienda-cena y dejar nuestras cosas en la habitación alquilada, partimos al Cirandódromo. Lugar donde asistiríamos a las tradicionales (aunque de relativa, reciente creación) cirandas de Manacapuru. La ciranda es un tipo de baile/música que comenzó a practicarse en tres escuelas públicas y que ganaron notoriedad en la ciudad. De hecho, de cada una de ellas nacen los tres grupos que anualmente se disputan el campeonato. Las cirandas Guerreiros Mura, Tradicional y Flor Matizada. Aquella noche era el turno de la primera de estas.
No obstante, antes de ocupar las gradas sobre las que poco tiempo pasamos sentados, dimos una vuelta por unos puestecitos que habían en los alrededores. Una mujer me quiso embaucar para que me hiciera una "pintura indígena". Al volver al grupo, Arquelino que se había alejado para comprarse un açaí me dijo que "venga, venga a pintarnos el brazo". Hubo un breve debato sobre apropiación cultural y la contundente conclusión sobre por qué debía pintarme. Apoyar económicamente a los indígenas y normalizar sus elementos culturales (é había tenido que sufrir la burla y vergüenza cuando tuvo que trasladarse de su comunidad a la ciudad). Acepté pues y escribo estas líneas con la formiga sateré-mawé que oye, me ha de dar buena suerte.
Comentario aparte merece la hormiga ya que, casualidades, hace eones escuché hablar del ritual en el que es protagonista fundamental y que dejé por escrito aquí: Semana 3 - Campamento base
Dentro del Cirandódromo poco ante de empezar:
¡La afición entregada!
Y la tribuna cansada...(ya después de que concluyera):
Dimas, yo, Arquelino y Plinio
El sábado nos despedimos de la ciudad. Evitamos pues asistir al trágico evento que ocurrió al día siguiente...
Los jesuitas, querían hacer una parada para remojarnos un poco en una casa de banho, no puse impedimento. Antes de eso, hicimos una rápida visita a una comunidad indígena que quedaba de camino. La aldea Tururuaki-Uka. Al llegar pensamos que sería imposible acceder ya que la entrada al poblado estaba atravesada por un pequeño igarapé. Sin embargo, los vecinos del lugar nos dijeron que solo teníamos que gritara y vendrían a por nosotros.
Eso hicimos y eso ocurrió, el grito fue contestado por otros más agudos y al poco teníamos frente a nosotros a unos niños con sendas barquitas:
A la vuelta, tras un breve descanso, Fernando y yo fuimos a casa de Terida para paritipar del chá de casa con los jesuitas vecinos; los padres David, Sandoval y Adriano. Se bendijo hasta al gato.
Terminamos con un domingo casero, de lluvia, que hubiera sido perfecto de no ser por la semilla de gripe que empezó a brotar y me tendría medio en cuadro la semana siguiente.
Saludos,
Sergio
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